A 8 meses de la cuarenta que obligó el coronavirus a detener todo tipo de actividad deportiva, el legendario campo “Francisco H. Santos” luce en sus peores condiciones, sin el bullicio, la alegría y los gritos de emoción y con muda maleza que crece borrando lo que otrora días se corrían las bases del diamante, producto de un hit o un cuadrangular.
El escenario sede del circuito, bajo la dirigencia de Lizandro Pérez Hernández, hoy delicado de salud, ha perdido forma de un campo para beisbol y softbol, debido a que no ha tenido apoyo alguno para el mantenimiento del mismo, al igual que los demás escenarios deportivos de la localidad.
Tras la inactividad deportiva, han pasado los meses y este pareciera no estar considerado en los programas de mantenimiento, como ha sucedido con otros sitios deportivos.
Sin embargo, debido a la falta de vigilancia y buen control en la seguridad, desde que fueron suspendidas las actividades por el Covid-19, el dirigente de esta organización, indicó que no le daría mantenimiento al campo con la finalidad de que deportistas pudieran ingresar a jugar, pero ahora sin duda parece todo menos un campo deportivo, hasta incluso, por las noches a la altura de la Avenida “José Azueta” de la colonia Puerto México, donde se ubica el citado inmueble, luce desolado y convertido en un lugar exclusivo para que malechores lo utilicen como escondite y así acentuar el lugar en contraste, de buenos deportistas practicantes del softbol y beisbol en el pasado, al sitio actual donde pululen delincuentes.
Las últimas actividades se realizaron a mediados del mes de marzo cuando el campeonato se encontraba a un paso de los play offs.
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