A continuación, sigo informando sobre mis vivencias en la hoy Colonia Puerto México de esta ciudad y puerto de Coatzacoalcos. Allà por la década de los 60s.
Condiciones de naturaleza viva, que favorecían la existencia de diversas especies animales silvestres como los conejos, cangrejos azules, negros y rojos, garzas, patos canadiences, pichichis; así como la crianza de ganado todavía existente, en la parte, hoy conocida como la colonia Guadalupe Victoria.
Lugar en donde también me tocó pastorear dos vacas, una novillona y un becerro con el “apoyo” de un caballo apodado El balín, animal que cuando más necesitaba caminara o corriera para evitar se me perdieran las reses –se “amachaba” y solo caminaba después de rayarlo muchas veces con las espuelas o le pegaba con un garrote, que me proporcionó el dueño- pero algunas veces ni así caminaba, por lo cual me desesperaba y ponía a llorar, sobre todo si ya estaba anocheciendo, luego me bajaba de él un rato, me volvía a montar y ya caminaba.
A su vez, era posible la crianza y engorda de animales de granja, como cerdos, pollos, gallinas, pavos, patos, etcétera, para consuno de las familias o para venta. Asimismo, para obtener agua, solo era necesario hacer un pozo de no más de un metro y medio de profundidad, agua que siempre era posible ocupar para el consumo familiar diario, sin costo alguno.
Continuando con la anécdota vivencial relacionada con mi actividad de aprendiz de vaquero, he estado recordando los nombres de las reses que cuidaba: la más tranquila y obediente era una vaca con pintas cafés y blancas, le decía “La bonita” porque cuando inicié su pastoreo estaba embarazada, por lo cual se veía gorda, y el contraste de los colores en su piel era vistoso, luego tuvo a su becerro al que el dueño, a quien le decían El Ronco, lo nombró “el payaso” por lo juguetón que era, tenía color blanco con algunas puntos cafés; otra vaca joven (novillona) de color negra le decíamos “La cubana”, tenía los cuernos recortados; y “La avispa” era una vaca negra con largos y puntiagudos cuernos, quien frecuentemente no obedecía y, llegaba a “embestir” al caballo ‘balín’ por eso se espantaba y ya no caminaba, dejando de ayudarme para arrear las reses, con mi consecuente desesperación…
¡Recordemos que!: “la palabra PROGRESO no tiene ningún sentido, mientras haya niños o pueblos infelices”. (A. Einstein).
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