El Presidente de la República ha aceptado la renuncia como Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de Arturo Zaldívar, ya que incursionará en la política partidaria a lado de Claudia Sheinbaum. Si bien este tipo de renuncias de acuerdo a la Constitución proceden por causas graves, qué más grave podría ser que uno de los integrantes del más alto nivel del Poder Judicial de la Federación (PJF) aspire a hacer política partidaria.
Se trata de una renuncia inédita que nos lleva a cuestionarnos, los ministros de la SCJN, ¿deben hacer política? De hecho, hacen política en todo momento, probado de sobra está su influencia hacia los demás jueces y funcionarios que integran el PJF, de tal manera que se ha llegado a establecer una cultura vertical que ven en los ministros de la SCJN una especie de gurús en sapiencia, probidad e integridad (sic) que les permite influir no sólo al interior del PJF, sino también en las facultades de derecho, colegios de abogados y en todos los espacios en los que se desarrollan los operadores del sistema jurisdiccional de nuestro país.
A partir de este aspecto se dan por hecho algunos mitos oscuros, como lo es su neutralidad valorativa, “hay que saber que toda norma está supeditada a otras desde una ideología política con la que el juez puede estar o no de acuerdo, pero aun cuando el juez asuma los fines ideológicos con los que está hecha la ley, la subsunción del hecho en la norma está por demostrar en cada caso concreto” (Luis Carlos Marín Jiménez).
Por tanto, la imparcialidad de un Juez es un mito. En todo momento, existen aspectos valorativos personales de un juez al resolver un caso concreto que pasan por sus propias opiniones políticas, su fe religiosa, su condición económica, su clase social, sus tradiciones regionales o familiares y hasta sus prejuicios y fobias (Calamandrei)
Sin embargo, cuando son sacados de su zona de confort y deben enfrentarse a la realpolitik la realizan de manera muy deficiente. Ello se debe a que la función jurisdiccional y la actividad política responden a lógicas distintas. La función jurisdiccional es una función prescriptiva, lógica y racional cuyas resoluciones se basan en elementos probatorios (Ferrajoli); en tanto la actividad política por su parte obedece a una ética propia: la ética de la responsabilidad (Weber), en donde los conflictos por la búsqueda del poder se potencian al máximo. El poder siempre es un grupo que lo detenta frente a otros, por lo que todos los conflictos de su conquista y conservación giran en el vacío si no responden a la realidad de las fuerzas sociales y económicas (Gustavo Bueno).
Nadie puede cuestionar las aspiraciones de quienes habiendo sido ministros de la SCJN deciden continuar participando en la actividad política, lo cuestionable es que su definición se haga al finalizar su encargo y no antes. Definirse implica previamente hacer pública su visión del mundo, del derecho, de la política, de la vida misma. No sabemos si quienes integran o han integrado la SCJN son liberales, conservadores, de derecha o de izquierda, iusnaturalistas o iuspositivistas, ateos, cristianos, agnósticos, lo que sí sabemos es que al enfrentarse a la política real han dejado mucho que desear.
En 2006 Mariano Azuela Güitrón quien era ministro Presidente de la SCJN operó abiertamente desde su posición para frenar la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, a pesar del poder que detentaba no pudo impedir lo que la movilización popular en la calle si consiguió.
En 2012 el ministro en retiro Genaro Góngora intentó participar en la izquierda partidista, sin embargo, al poco tiempo un ruinoso caso de pensión alimenticia y el encarcelamiento de su ex pareja y demás triquiñuelas misóginas de abuso de poder echaron por la borda toda aspiración política, causando la repulsa de periodistas e integrantes del movimiento feminista, para lo cual el ex ministro no estaba preparado para enfrentar.
Estos dos ejemplos nos permiten ver que la lógica de la realpolitik es distinta a la que se desarrolla en los tribunales. Que un juez, ministro o ex ministro aspire a participar políticamente bajo los principios de la impartición de justicia es no tener idea de lo que es el desarrollo de dicha actividad; se puede aspirar a un país más justo, a fortalecer el Estado de derecho, al buen gobierno, a su dirección, estabilidad y permanencia, pero para que ello suceda se requiere de la política, ya que finalmente se gobierna con la política como estructura objetiva del poder.
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