A propósito de las injustificadas diatribas y descalificaciones lanzadas desde la más trasnochada vertiente de la derecha hacia los valiosos, bien sustentados y útiles libros de texto gratuitos (LTG), me referiré hoy y aquí a un suceso memorable de hace más de 60 años.
El tema viene al caso porque recién inició la Secretaría de Educación, la distribución, en el país, de tan poderosa herramienta educativa que habrá de llegar a las manos esperanzadas de la niñez y la juventud mexicana.
Corría el mes de septiembre de 1962, cuando el profesor Alberto Larios Gaytán, secretario general nacional del sindicato de maestros, pronunció un vibrante y trascedente discurso para argumentar en favor de la educación al alcance de las grandes masas de nuestro pueblo.
A decir verdad, esta visionaria idea está consagrada por el Constituyente de Querétaro en el Artículo Tercero de nuestra Carta Magna.
Paso a trascribir lo claramente expuesto por el líder del magisterio mexicano en el año citado. Lo escrito entre paréntesis son mis comentarios al respecto y los agrego porque el decisivo momento estelar que vivimos en esta Cuarta Transformación tiene muchas singulares semejanzas con el pasado de hace pocas décadas:
La educación popular es un hecho social conquistado por el pueblo mexicano a través de cruentas y penosas luchas, que ahora resultarían estériles si, por debilidad, por temor o por condescendencia, el Estado declinara en los representativos del retroceso histórico (léase conservadores, prianistas o reaccionarios de hoy. Larios les llama, con mucha elegancia, representativos del retroceso histórico Este comentario, como lo dije líneas arriba, es mío) esta atribución que la Revolución Mexicana rescató e incorporó a su sistema institucional.
La marcha progresista de México a través de su obra educativa, no puede ser detenida ni puede ser desviada de sus altas finalidades; porque de ser así, el espíritu de libertad y justicia que ha vitalizado nuestras luchas de Independencia y Reforma, así como nuestra gran Revolución Social, se aniquilaría por mucho tiempo o quizá para siempre.
Los recursos destinados a la obra educativa son escasos, pero aun cuando fueran cuantiosos, no sería leal ni patriótico dilapidarlos para satisfacer la codicia de los traficantes de libros (léase los negociantes de las grandes empresas trasnacionales de la industria editorial de hoy que son los principales alentadores contra los libros de texto) o de conciencias.
Por tales razones, señor presidente López Mateos (léase ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR) invocando su propia expresión de otro momento histórico de su vida pública [le decimos] a usted:
¡En la vigencia del Artículo Tercero Constitucional, ni un paso atrás!
¡En los libros de texto gratuitos, ni un paso atrás!
Y mira lo que son las semejanzas de los tiempos, amable lector.
El pasado 4 de agosto, el mismo gremio de maestros lanzó un rotundo pronunciamiento congruente con su pasado. En tal documento el SNTE rechaza firmemente los llamados a la “quema o destrucción” de los Libros de Texto Gratuitos.
Además, aseguraron que los maestros los defenderán porque “son una herramienta fundamental de justicia social, que fortalecen la gratuidad, equidad y obligatoriedad educativas”.
El sindicato magisterial, encabezado por Alfonso Cepeda Salas, demanda las facciones facción o grupos de interés dejen en paz y libre de sus violencias a la educación”.
Afirma que los LTG son “un logro histórico, una política pública que debe quedar fuera de disputas partidistas. Nadie podrá destruir los LTG”.
En este tenor, el SNTE reiteró que la educación y la escuela públicas “son un patrimonio irrenunciable del pueblo de México. La educación es un derecho humano, un bien público y una obligación indelegable del Estado… por encima de las disputas políticas y partidistas”.
Hasta aquí, hago notar el paralelismo de hace 60 años con un tema actual. Al final, atento lector, eres tú quien tiene la mejor opinión.
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