Francisco J. Ávila Camberos




Primero que nada deseo externar a la feligresía católica, a la Diócesis de Veracruz y desde luego a la familia del estimado padre Víctor Manuel Díaz Mendoza, mi más sentido pésame por su lamentable fallecimiento.

El Padre Víctor, como era ampliamente conocido, fue una persona muy querida y respetada en nuestra comunidad por su sencillez, amabilidad y sobre todo por su entrega generosa al servicio de los demás.

Descanse en paz este ejemplar sacerdote.

Pasando a otros temas, quisiera invitarlos a reflexionar sobre el aumento al salario mínimo del 15%, que sobre las rodillas determinó la CONSAR, por indicaciones de arriba.

Debo aclarar, antes de continuar, que siempre es bueno que los salarios de los trabajadores realmente mejoren para que puedan elevar su nivel de vida. Pero para que dicho incremento no sea devorado por la inflación,  debe  haber antes un aumento en la producción y la productividad de las empresas, para que los incrementos salariales se compensen con los aumentos de la producción y de esa manera los precios no suban; porque de lo contrario, tal y como sucede ahora, el pagar mayores salarios cuando se produce menos solo eleva los costos y genera más inflación. Con la aparición de ésta, todos salimos perdiendo.

Como aquí se hace todo al revés, se aumentaron los salarios cuando la producción y el consumo cayeron estrepitosamente. Ahora las empresas tienen menores ingresos, pero eso sí, deben enfrentar por decreto mayores gastos. Con estas decisiones irracionales se les condena a la ruina y se dificulta aún más la recuperación económica de México.

Al estancamiento de la economía combinada con el alza de precios se le llama estanflación. Esta es más dañina que la inflación.

Los resultados que estas medidas populistas ocasionan están a la vista. Muchas micro y pequeñas empresas ya cerraron, otras pronto lo harán dejando de generar riqueza, de pagar impuestos y  también a muchas personas sin empleo.

Con esta decisión electorera, salió peor el remedio que la enfermedad.

No me creen? Observen la gran cantidad de locales comerciales vacíos con letreros de “se renta” o “se vende”. Las estaciones de servicio donde antes había que hacer fila para cargar combustible, ahora lucen semivacías, al igual que los restaurantes.

Con aumentos sin sustento como este, ya comenzaron a dispararse los precios. Los combustibles subieron, los materiales de construcción y los alimentos que consumimos también.

Y eso que  estamos apenas a mitad de enero.

Para resolver la situación, hubiera resultado más fácil hacer un pacto como en la época del presidente De la Madrid. En ese entonces se acordó mediante el Pacto para la Estabilidad y Crecimiento Económico, (PECE); contener las alzas salariales pero también los precios, dándole así un respiro a la economía del país que amenazaba colapsarse.

Gracias a estas medidas empezamos a salir poco a poco de la crisis en que otros populistas como Echeverría y López Portillo nos metieron.

Nuestro mayor problema es que con bastante frecuencia olvidamos las lecciones que nos da la historia y tampoco recordamos que los populismos siempre terminan mal.

Como para reflexionar, ¿no les parece a Ustedes?

Muchas gracias y buen fin de semana.

Hasta pronto



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