Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, y estad atentos, para que conozcáis cordura. Porque os doy buena enseñanza; no desamparéis mi ley.
Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará.
Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia, engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará.
Oye, hijo mío, y recibe mis razones, y se te multiplicarán años de vida. Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar. Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos, y si corrieres, no tropezarás. Retén el consejo, no lo dejes; guárdalo, porque eso es tu vida.
No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos; déjala, no pases por ella; apártate de ella, pasa.
Porque no duermen ellos si no han hecho mal, y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno. Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos; más la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.
El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan.
Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones, no se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo. Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios.
Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal. (Proverbios 4:1-27).
Una de las más grandes responsabilidades de los padres es instruir al niño en su camino; para que cuando alcance la madurez plena no se aparte de la buena enseñanza.
¿Y qué mejor instrucción que la sabiduría que viene de Dios? Esta sabiduría hace al hombre conocer razones prudentes, justicia, juicio y equidad; inteligencia y cordura, y se enseñará de padres a hijos, de generación en generación. (Deuteronomio 6:6-9).
Si los padres de familia nunca la enseñan, la Palabra de Dios actúa como una madre o un padre amoroso y compasivo. Dios como un buen Padre, aconseja a sus hijos, niños y jóvenes, adultos y ancianos, a adquirir y conservar sus sabias palabras para que sus caminos sean rectos frente a las maldades y perversidades con el cual se ha contaminado la tierra.
Exhorta a oír y poner por obra su poderosa palabra, ya que sus razones están llenas de sabiduría. Él es un Dios sabio y conoce que solo con caminar observando su palabra, todos sus hijos andarán por sendas rectas; serán completamente saciados de la grosura de su casa, y les dará de beber del torrente de sus delicias (un alma iluminada y ensanchada), porque con Dios está el manantial de la vida. (Salmos 36:8-9).
El Padre Yahweh, como proveedor, les dará su palabra, que como panal de miel es suavidad para el alma y medicina para los huesos. (Proverbios 16:24).
Todos sus hijos han de guardar la palabra de Dios en lo más profundo de sus corazones, ella será una norma de conducta la cual los llevará a desempeñar actividades santas. Una vez lo declaró el apóstol Pedro y dijo: porque escrito está, sed santos, porque yo soy santo. (1 Pedro 1:16).
En esta santidad es la que quiere Dios que sus hijos caminen. Y esta norma se ha de ejecutar cuando sus hijos se dejen guiar por el poder del Espíritu Santo. Solo bajo este poder no saldrán las corrupciones de sus naturalezas caídas. El Señor Yahshua en el evangelio de Mateo declaró: el hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas, y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. (Mateo 12:35).
Por esto aconseja apartar toda perversidad de la boca y toda iniquidad de los labios para que la boca de sus hijos no se tuerza ni sus labios se desvíen.
Esto es para que los hijos de Dios no falseen la verdad de su palabra y no caigan en pecado. Dios el Padre quiere también que sus hijos cuiden sus ojos y miren lo recto.
Esto es lo que el Señor declaró en el evangelio de Mateo cuando dijo: si tu ojo es bueno todo tu cuerpo estará lleno de luz. (Mateo 6:22). Pero para tener los ojos buenos es necesario abrir los párpados y poner los ojos en el Señor Yahshua, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2) estando seguros que no se desviarán por caminos de soberbia y pecado porque en su luz ellos verán la luz.
Finalmente el Padre quiere que cuidadosamente sus hijos observen la senda que siguen sus pies para no errar el camino a la vida eterna. Ellos pondrán al margen de la palabra todo lo que van a hacer y tomarán sabias decisiones para no caminar por sendas de muerte.
Amado lector: ser hijo de Dios es un beneficio, porque viviendo en su palabra, somos bienaventurados y podemos gozar de vida eterna.
Si hoy quieres gozar de estos beneficios, solo tienes que creer en el sacrificio que hizo el Señor Yahshua por ti en la cruz y reconocerlo como tu Señor y Salvador.
Di así: Señor Yahshua creo que en la cruz diste tu vida por mí. En ese sacrificio Dios perdonó todos mis pecados y me justificó y ahora me he reconciliado con Él por tu gracia.
Hoy esa verdad la aplico a mi vida y me arrepiento de todos mis pecados y te pido perdón. Abro mi corazón y te declaro como mi único y suficiente Salvador de mi vida.
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