Muchos de nosotros tenemos un serio problema: no sabemos escuchar. Lo más serio del asunto es que nos consideramos a nosotros mismos como buenos oyentes. La mayoría pensamos que es lo mismo oír, que escuchar. Pero no es así.
Escuchar, definitivamente es un arte. Hay quienes saben escuchar aun en el silencio. Escuchar desde el fondo del corazón. Escuchar con interés. Hay muchos ejemplos de personas que gracias a que saben escuchar pacientemente y son sensibles, han hecho una gran diferencia en la vida de alguien.
Pero ¿cómo lograrlo? Un método infalible para saber si somos buenos escuchas es ver un noticiero o un documental y poner atención. Luego, tomar los puntos principales, hacer mentalmente un resumen de lo que se habló, y así evaluar si el mensaje que recibimos fue el correcto y pudimos entenderlo.
Cada vez que tengamos que ser oyentes debemos hacerlo con mucha atención y respeto, tratando de controlar nuestras emociones. Sobre todo, si la persona que nos está hablando nos está compartiendo alguna situación con el fin de recibir alguna ayuda que le dé la tranquilidad y paz que necesita.
Qué triste que en plena era de las comunicaciones mucha gente se aísle para comunicarse con todo el mundo y se olvide de escuchar a los que tiene cerca. Siempre debemos estar conscientes de que, “Escuchar eficazmente requiere algo más que oír las palabras que se trasmiten.
Exige que uno encuentre significado y entienda lo que se está diciendo. Después de todo, el significado no radica en la palabra, sino en lo que la persona que la expresa desea transmitir”.
Siendo realistas, muchos de nosotros tenemos el mal hábito de interrumpir cuando alguna persona nos está hablando. Bien vale la pena que nos examinemos y rectifiquemos. Si es que lo hemos estado haciendo así, es necesario modificar esa costumbre, la cual puede considerarse una falta de respeto.
Es verdad que muchas veces influye la forma en que fuimos creados. Si una persona ha sido educada con valores, tendrá siempre el cuidado de respetar y escuchar con paciencia, aun cuando la conversación no sea necesariamente interesante o amena.
Aprendamos a ser buenos oyentes, especialmente si nos damos cuenta de que hasta ahora no lo hemos sido y con ello nos hemos perdido muchas oportunidades para aprender y crecer. Bien vale la pena llegar a ser un oyente activo. Hay que recordar que saber escuchar nos ayudará a no equivocarnos en nuestros juicios hacia los demás.
Nunca será demasiado tarde esforzarnos para ser mejores oyentes. Hay personas que se acercan a nosotros con una gran necesidad de ser escuchados. Usualmente lo hacen con el propósito de que al ser escuchadas puedan recibir una palabra de aliento, consuelo o esperanza. Hagamos la diferencia.
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