La casa al final de la calle, así se le conoce al domicilio de dos pisos fabricada con madera, donde vivieron las hermanas Diez en este lugar que fuera muy concurrido en otros años, ya que se enviaba por ferrocarril granos y pieles desde Tilapan, localidad del municipio de San Andrés Tuxtla.
Las hermanas Elena e Isabel Diez, son muy estimadas por los habitantes de esta comunidad, conocidas por su trato y generosidad.
Este es de los pocos domicilios construidos a base de madera que siguen en pie, a pesar del paso de los años y que permanecen en abandono.
En ese lugar estuvo muchos años una paletería, que también funcionaba como tienda, por lo que tenía gran movimiento y de acuerdo a la gente que ahí trabajó, contaban con gran cantidad de empleados.
De acuerdo a lo señalan algunos habitantes del lugar, la casa que fue propiedad de doña Isabel Diez, tiene aproximadamente 140 años, y tras el fallecimiento de sus habitantes no se le dio mantenimiento, por lo que ahora se encuentra en muy mal estado.
“La casa tiene muchos años, aproximadamente unos 140, siendo de la señora Isabel Diez, pero tras su fallecimiento, no se le dio mantenimiento por lo que se puso de esa manera”, señaló Nahum Domínguez Paxtian, vecino de este lugar.
Doña Silvia Aparicio recuerda como en su niñez, acudía a esa casa donde las hermanas Diez, siempre las recibían y daban muy buen trato a los vecinos del lugar, ya que ahí trataban pieles.
“Fue Elena a quien la conocían como la Güera, quien tuvo un accidente dentro de su casa, donde se quemó con agua caliente, luego de que cayó y por eso estuvo mucho tiempo en tratamiento”, refirió doña Silvia.
“Era una niña cuando eso pasó, pero me acuerdo que una de las dos ancianitas se resbaló y quemó toda, toda, siguió muchos años más, en esa casa había muchos murciélagos.
Yo las acompañaba como estaban viejitas, nos daban cenar pan con café y nosotros bien contentos, le abría la tienda; Todo era muy hermoso cuando había baile, estaba arriba desde la terraza se veía como bailaba la gente, todo era muy hermoso.
Nunca se casó doña Helena, por ello familia no hubo, pero siempre nos trataron bien, siempre había mucha servidumbre”, recordaba doña Silvia Aparicio, quien en ese entonces tenía 10 años.
La casa, actualmente se caer por partes sobre todo en la segunda planta, luego de permanecer tantos años en el abandono, con una gran historia, misma que los habitantes la recuerdan como mucho cariño a las ancianitas que vivían en esa, la casa al final de la calle, justo frente al parque donde se hacían los bailes.
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