Lo que alguna vez fue un vibrante espacio recreativo para la comunidad, la unidad deportiva de la colonia Petrolera del Activo Cinco Presidentes de Pemex, hoy se ha convertido en un triste monumento al abandono y la indiferencia.
Conocido popularmente como "El Frontón", este centro deportivo lleva casi diez años cerrado al público, mientras sus instalaciones se deterioran y su esencia comunitaria queda en el olvido.
Hace una década, "El Frontón" era el corazón deportivo de Agua Dulce. Contaba con canchas de básquetbol, vóleibol, tenis, futbol de playa, un área para patinaje, un frontón reglamentario y extensas áreas verdes. Durante los días y fines de semana, familias enteras llegaban para disfrutar del deporte, mientras niños jugaban en los jardines. Incluso, los corredores y caminantes llenaban los alrededores, creando un ambiente seguro y dinámico que benefició tanto a los vecinos como a pequeños comerciantes ambulantes.
Sin embargo, la situación cambió drásticamente con la llegada de administradores ajenos a la comunidad, comenzando por Arturo Ramírez Rodríguez, quien decidió cerrar el espacio al público. Este acto marcó el inicio de una política de exclusión que continuaron sus sucesores, resultando en el deterioro de las instalaciones y la pérdida de un espacio vital para la vida hidrómila.
Las casas vecinas a la unidad deportiva, en su mayoría habitadas originalmente por familias de ingenieros petroleros, ahora son ocupadas por personas solteras o sin arraigo comunitario.
Estas nuevas dinámicas sociales llevaron a la contratación de vigilantes privados y al cierre de calles de acceso, bajo el argumento de garantizar la seguridad.
Paradójicamente, los robos continúan siendo reportados en la zona, mientras la unidad deportiva permanece inaccesible, acumulando maleza, suciedad y deterioro. El descuido ha dado paso a un peligroso ambiente natural: estructuras corroídas, canchas invadidas por monte y la proliferación de serpientes, lo que representa un riesgo para los propios habitantes cercanos.
Mientras tanto, el único espacio que se mantiene funcional es la antigua tienda concesionada, ahora convertida en un salón para eventos privados de ingenieros, donde frecuentemente se realizan fiestas con bebidas alcohólicas, a pesar de tratarse de instalaciones oficiales.
El descuido no solo refleja el desinterés de los administradores, sino también la falta de acción para devolver este espacio a la población. ¿Cómo se puede hablar de Pemex como patrimonio nacional, cuando sus instalaciones locales están cerradas, abandonadas y utilizadas para fines privados?
La comunidad de Agua Dulce merece recuperar este espacio emblemático. "El Frontón" no solo representó un lugar para el deporte, sino también un punto de cohesión social y una herramienta para mejorar la calidad de vida de los habitantes. Es urgente que las autoridades locales y federales tomen cartas en el asunto, restaurando las instalaciones y devolviéndolas a su propósito original: el beneficio de todos, no de unos cuantos.
Mientras tanto, los hidrómilos miran con nostalgia y frustración cómo un espacio que alguna vez fue suyo se hunde en el abandono, convirtiéndose en un recordatorio de la falta de voluntad para atender las necesidades de una comunidad que siempre ha trabajado de la mano con Pemex.
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