Una de las maravillas del mundo moderno, hoy en día es la pirámide de Chichén Itzá, pues además de su arquitectura prehispánica en importancia cultural maya, cada año miles de turistas visitan las ruinas, convirtiéndose en una de las principales atracciones de México y uno de los destinos turísticos favoritos del mundo.
Aunque en México hay una gran cantidad de ruinas arqueológicas, Chichén Itzá logra destacar por su belleza y la historia que hay detrás, sin embargo, hace muchos años, un estadounidense supo de su existencia, el cual era un destino que prometía riqueza a quien la explorara.
Fue en 1985, cuando Edward H. Thompson llegó Chichén Itzá con el objetivo estudiar a la civilización maya, pues era un gran admirador, e incluso logró aprender español y maya.
Un lugar con alto potencial para su investigación era el Cenote Sagrado, lugar que se ubicada en Chichén Itzá, por lo que compró las tierras por 300 pesos mexicanos en aquella época, lo que lo llevó a convertirse en uno de los primeros dueños del sitio. Hoy en día, luego de una batalla complicada, Chichén Itzá, logró ser propiedad de la nación.
De 1905 a 1911, Edward H. Thompson logró realizar los saqueos, gracias a una draga, equipo que excavaba en tierras que se encontraban debajo del agua. De esta manera, fue como consiguió hacerse de una gran cantidad de objetos mayas, los cuales vendió volviéndose rico.
Fueron diversas piedras preciosas como el cobre, oro, ónix y jade, así como esqueletos de animales y de los antiguos pobladores, ropa antigua, armas de madera, así como 30 mil piezas arqueológicas de la cultura maya.
Estos objetos fueron vendidos por Thompson, sin embargo, lo metieron en problemas con el Gobierno de México y parte de dicho tesoro fue exhibido en el Museo Peabody de Connecticut. Tras años de presión por parte del gobierno mexicano, el museo que exhibía la colección maya accedió a devolver tan solo la mitad de los objetos que pertenecían al país.
La primera parte se devolvió en 1970 y hasta el año de 2008 se logró la devolución de la segunda mitad.
Edward H. Thompson fue condenado por entusiastas de la arqueología y también fue mal visto por los mexicanos. Despues de se muerte en 1935 el gobierno no podía conseguir las tierras, pues éste las había heredado a sus hijos, quienes para deslindarse del problema decidieron vender las tierras a otro comprador.
No fue hasta 2010 cuando luego de negociaciones, uno de los nietos del segundo comprador decidió vender Chichen Itzá al gobierno de Yucatán por 220 millones de pesos.
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