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Por Sedas
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Sedas

Trasplante de corazón

2024-03-08 | 06:13 p.m.
Trasplante de corazón
Diario del IstmoDiario del Istmo

¿Cómo está usted?

    Hace tiempo se publicó el caso de un hombre de Detroit en Estados Unidos, que necesitaba urgentemente un trasplante de corazón para seguir viviendo. Tenía cuatro años esperando un donante sin que éste apareciera. Un día una jovencita sufrió un accidente automovilístico mortal y entre sus pertenencias encontraron una credencial de donante voluntaria de sus órganos al fallecer.

     Con la premura del caso se hizo la operación requerida y ése hombre por fin pudo recibirlo y así se encuentra convaleciente en muy buenas condiciones.

     Lo extraordinario del caso es que sin saberlo los doctores ni él mismo, la muchacha donadora era su propia hija quien así  salvó la vida de su propio padre.

     Siendo del mismo tipo sanguíneo no hubo mayores problemas de rechazo y él, al saber lo ocurrido,  muy triste por la muerte de su hija, declaró lo siguiente:  “Con su muerte me dió vida y puedo decir que mientras éste corazón nuevo palpite ella seguirá viviendo dentro de mí.”

  ¿Qué le parece éste hecho de la vida real?  Suena  increíble ¿no es cierto?  Pienso que si la joven hubiera sabido a quien se  iba a trasplantar su corazón hubiera muerto felíz y con una sonrisa en sus labios.  Saber que podría contribuir a prolongar la vida de su padre la hubiera llenado de gozo y hubiera dado su tierna vida para ello sin necesidad de accidente sino voluntariamente.

  ¿No cree usted?  El amor verdadero es capaz de esto y mucho más.

    Permítame ahora hablarle de otro trasplante de corazón mucho más trascendente: nuestra vida transcurre tan rápidamente que ni alcanzamos a darnos cuenta.

    Hay una característica común a todos y ésa es la inocencia de nuestra niñez.

  En ésa época no tenemos malicia alguna pues vivimos en pureza y candor. Si un niño comete actos inmorales o delictivos no es sancionado por ello pues se le considera incapaz de comprender el daño que hace dada su corta edad. No hay bajas pasiones, lujuria, odio, envidias,  avaricia, etc. Su corazón es puro, tanto que por ello nuestro Señor  JESUCRISTO  dijo que de ellos Es El Reino de los Cielos (Mateo 19:13-15)

   Pero un mal día comenzamos a mentir, a injuriar, a robar, a codiciar y a tener otras conductas negativas que sin darnos cuenta entraron en nosotros y se van arraigando como hiedras venenosas hasta llegar a formar parte de nuestro ser y conducta diaria de manera que  las consideramos  “normales”.

   Adquirimos vicios que nos minan haciendo sufrir a nuestros seres queridos.

  

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   Otro grave mal es que a medida que crecemos contraemos el terrible virus de la incredulidad. De niños nos gustaban y enternecían hasta el llanto historias Bíblicas y todo lo relacionado con Jesús, pero al llegar a cierta edad llegamos a considerarlas ridículas, absurdas e increíbles. Hasta nos resulta intolerable escucharlas.

  ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué le sucedió a nuestra bondad e inocencia?

  La respuesta es muy simple: nuestro corazón se contaminó y endureció. Su transparencia quedó manchada por  el pecado y ateísmo.

  Pretendiendo ser mejores, cada día nos hacíamos peores. El Rey David, tras cometer terribles acciones, arrepentido oró así:  “Crea en mí, Oh, Dios, un corazón limpio” (Salmo 51:10).

   No sé quien es usted, pues es imposible saber hasta donde llega ésta publicación  pero si ha notado que se  encuentra atrapado en alguna conducta negativa y no puede escapar de ella o si ya no cree en Dios y Sus cosas le parecen torpezas para gente ignorante y débil, déjeme decirle que hay esperanza para usted si desea la solución y libertad:


   ¡Lo que necesita es un trasplante urgente de corazón!

   Dios dice así: “Quitaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne y pondré en él Mi Espíritu Santo” (Ezequiel 36:26-27)

  ¡Ese es el trasplante  de corazón que necesita, lector amado! ¡Urge ésa operación pues el daño cada vez avanza más y mañana podría ser demasiado tarde!

  Sólo así podrá sanar de sus heridas espirituales y su alma volverá a tener la paz, el gozo y la pureza que tuvo al nacer.

  Su corazón enfermo requiere de ésta Milagrosa Cirugía hoy mismo. Sólo cuando  JESUCRISTO viva en usted su mal sanará para siempre.

  Así podrá decir, como el Padre del relato inicial:  “Con Su Muerte me dió Vida”.   

  Así podrá comprobar que mientras Jesús  viva en su corazón usted vivirá también, pues El fue Quien dijo así:  “El que cree en Mí aunque esté muerto vivirá” (Juan 11:25)

  Me despido con ésta preciosa Frase dicha por El más Precioso Cardiólogo: JESUCRISTO de Nazareth:  “Bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).

  •   Gustosamente  lo atenderé en el 921-268-4419
  •  
  •   Visíteme en Temas Bíblicos Pastor Sedas por Youtube.: ¡Le edificará!

  ¡Que Dios lo bendiga mucho!

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