Era necesario conocer lo que demandaban las ofrendas expiatorias por el pecado en la ley, para entender y comprender la ofrenda que venía hacer el Hijo de Dios por los pecados del hombre.
En la ley, era tal el pecado del pueblo de Dios, que la ofrenda por el pecado ya era para ellos algo común, pecaban y ofrendaban un sin número de veces, por lo que Dios llegó a rechazar y aborrecer sus ofrendas. Y dijo: no me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación. (Isaías 1:13).
Lo que realmente quería Dios es que su pueblo se arrepintiera de sus pecados y no pecara más; de lo contrario haría juicio contra ellos y condenarlos a una muerte eterna.
La Escritura dice: Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? Porque no quiero la muerte del que muere, dice Yahweh el Señor; convertíos, pues, y viviréis.
(Ezequiel 18:31,32). Sin embargo, su pueblo seguía pecando. Es que, por la caída del primer hombre (Adán) todos los hombres fueron constituidos pecadores; por lo tanto, era necesario que Dios diera provisión de un Cordero Santo sin mancha capaz de hacer expiación por los pecados de los hombres y librarlos del castigo eterno.
Es Yahshua, El Hijo de Dios, el Cordero Santo, quien tomó el lugar que nos correspondía para obtener el perdón de Dios. Dios quiso quebrantar a su Hijo sujetándole a padecimiento, poniendo su vida en expiación por el pecado. (Isaías 53:10). Tal fue el sufrimiento de Yahshua que fue herido por nuestras rebeliones.
Fue molido por nuestros pecados. El castigo de nuestra paz fue sobre él. (Isaías 53:5).
Angustiado, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. (Isaías 53:7). De tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres.
No hubo parecer en él, ni hermosura. Le veremos más sin atractivo para que le deseemos. (Isaías 52:14; 53:2). Dios quiso que su Hijo Yahshua fuera la propiciación de nuestros pecados por la fe en su sangre. (Romanos 3:25).
Era necesario que el Mesías, el enviado de Dios, derramara su sangre, porque sin derramamiento de sangre no se otorga el perdón. (Hebreos 9:22).
Así de grande fue el amor del Hijo de Dios Yahshua por la humanidad que hizo tan grande sacrificio para que el Padre nos perdonara.
Yahshua fue nuestro cordero sin mancha, como el cordero que precisaba la ofrenda para el pecado en la ley. Juan el Bautista lo declaró como: Yahshua es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. (Juan 1:29).
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. (Lucas 19:10).
El perdón de Dios para nosotros ya nos lo fue dado, solo debemos reconocer nuestra culpabilidad, y en arrepentimiento venir a Dios, reconociendo el sacrificio que hizo su Hijo Yahshua en la cruz para el perdón de nuestros pecados.
El apóstol Lucas dice: así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. (Hechos 3:19).
Cuando la persona se aflige y tiene pena de algún pecado que cometió, y está dispuesta a volverse del pecado al Señor y se humilla ante Dios buscando el perdón, debe estar completamente segura que será perdonada por el Padre.
El apóstol Juan enseña: si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9).
Dios es bueno y perdonador, y grande en misericordia para todos los que le invocan. Por gracia somos perdonados.
El Mesías llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia. El Señor no conoció pecado, por nosotros se hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él y recibiéramos el perdón del Padre. (2 Corintios 5:21).
Amado lector: debes saber que por medio de Yahshua, el Hijo de Dios, se te anuncia el perdón de pecados, porque en Él es justificado todo aquel que cree. Yahshua, el Hijo de Dios es la propiciación por nuestros pecados y por los del mundo entero.
Puedes venir confiadamente hasta el Padre arrepentido pidiéndole perdón porque no te reprochará nada. El Señor Yahshua ya pagó por ti, por lo tanto te invita a tomar el perdón de tus pecados ganado para ti en la cruz.
Ya Dios te ha perdonado por el sacrificio que hizo su Hijo en la cruz. Ahora, solo tienes que reconocerlo como Yahshua el Hijo de Dios salvador del mundo, y reconocer que eres un pecador y arrepentirte de todos tus pecados, y pedirle a Dios te perdone por el sacrificio de su Hijo en la cruz. Ora así. Querido Padre. Dios Todopoderoso.
Vengo a ti contrito y humillado confesando que Yahshua es el Señor.
Creo en mi corazón, que tú, Padre Santo, lo levantaste de los muertos para mi justificación, porque reconozco que soy un pecador, por lo que me arrepiento de todos los pecados que he cometido en mi vida, y te pido perdón por el sacrificio que hizo tu Hijo Yahshua por mí en la cruz.
Ruego que desde hoy, tu palabra sea lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino. Crea en mi oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.
Si el Señor ha tocado tu corazón y decidiste hacer esta oración con fe, la sangre del Cordero ha borrado todos tus pecados.
Ahora el Padre te ve limpio, te ve santo. Te aconsejo tomes una biblia y comienza a leerla. Pide al Espíritu Santo te de conocimiento y el entendimiento de su palabra para adquirir sabiduría, la sabiduría pura que viene de lo alto, para que te edifiques en la palabra de Dios.
Te invito que cada miércoles nos leas a través de este medio donde proclamamos la sana doctrina. Shalom.
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