La voluntad del padre



La voluntad del padre

Pero ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña.

Respondiendo él, dijo No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él le dijo: Si, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Mateo 21:28-31.

Cuando un padre de familia da una orden, esta se tiene que ejecutar en el debido tiempo; pero cuando esta orden no se obedece se cae en desobediencia y esto se vuelve pecado ante Dios.

Analizando esta parábola,  una orden se da aquí a dos hijos para trabajar en la viña de su padre; y pese a que a los dos se  les dio la misma orden solo uno cumplió, y fue aquel que arrepentido de su tajante respuesta corrigió su decisión; él tuvo el poder de entender lo que quería su alma.

En el evangelio de Marcos 16:15 podemos ver esta misma orden, aunque fue para los apóstoles, la encomienda va  para todos los hijos de Dios.

El Señor dijo: id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. Nosotros somos llamados a desempeñar el cargo de viñadores del Señor, y este llamado para predicar el evangelio requiere pronta obediencia.  Notemos: la conducta de estos dos hijos fue diferente a lo que expresaron; uno obró mejor de lo que dijo; y el otro dijo mejor que lo que obró.

El primero cambió su mentalidad y se arrepintió y mostró frutos dignos de arrepentimiento. (Mateo 3:8). El segundo hijo dijo si, y no fue.

Contemplemos que este hijo se dirige a su padre con respeto  pero no lo obedeció. Lamentablemente así está la iglesia hoy, dice amar al Señor pero no obedece sus mandamientos. Este pueblo de labios honra al Señor, pero su corazón está lejos de Él.

Pues en vano le honran, enseñando como doctrina mandamientos de hombres. (Mateo 15:8,9). La iglesia ha desobedecido la orden del Padre por escuchar a líderes que contaminan sus oídos aconsejándoles que es necesario seguir un estudio para poder predicar el evangelio de salvación, pero para predicar de la salvación no se necesita estudio sino ferviente amor por las almas perdidas ya que el sacrificio de la Cruz se come y se bebe pero no se estudia. (Mateo 26:26-28).

Muchos cristianos que tienen años de convertidos han aceptado esta palabra y se han quedado en el templo diciendo amar al Padre alzando las manos en alabanza y adoración creyendo que esto agrada a Dios; y no se han dado cuenta que se han  vuelto desobedientes  y no han podido dar frutos de obras para así ser sus discípulos. (Juan 15:8).  

La palabra de Dios dice: Cuando vayas a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios, porque no saben que hacen mal. (Eclesiastés 5:1).

Es la obediencia lo que ha Dios agrada. Cuando el  Padre te manda a dar las buenas nuevas de salvación, no tienes que temer, o pensar lo que vas a decir,  porque tú no estás solo.

El Espíritu Santo va contigo, tú  solo tienes que disponer tu corazón y llevar al alma perdida a los hechos de la Cruz y el Espíritu Santo fluirá en ti y él te declarará lo que tienes que decir, así como lo hicieron sus apóstoles.

 El Señor dice: Mas el consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. (Juan 14:26).

¿No te has puesto a pensar cuantas oportunidades te ha dado el Padre para predicar el evangelio y las has rechazado?

¿Cuántas veces has pasado cerca de una persona que requiere la salvación y lo que has hecho es seguir de largo e ignorarlo?

¿Cuándo se han detenido tus pies cerca de un drogadicto y le has dicho que el Señor le ama, y en Él está la solución a su adicción? ¿Cuándo le has dado el plan de salvación a un alcohólico o a una prostituta? 

Y lo más triste...

¿Cuántas veces le has dicho al Señor heme aquí envíame a mí, y te encuentras haciendo lo contrario  como el segundo de la parábola de los dos hijos?

 Déjame decirte algo, el primer y grande  mandamiento es amar al Señor tu Dios  con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. (Mateo 22:37,38).

El Señor dijo también: si me amas, guardad mis mandamientos. (Juan 14:15).  Entonces debemos entender que el amor implica obediencia, y si estás en desobediencia, entonces estás en pecado y tu alma angustiada. Sin mencionar que la paga del pecado es muerte espiritual. (Romanos 6:23). 

¿Acaso no, esta desobediencia también implica negación al Señor como aquellos que lo negaron y lo crucificaron? Así que: arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados, para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. (Hechos 3:19).

Porque no hemos sido enviados al mundo para no compadecernos de los que sufren, ni para estar escondidos de las tinieblas; sino que somos la sal de la tierra y luz del mundo. (Mateo 5:13-16). No erremos. El Padre nos ha mandado a trabajar en su viña.

Hemos sido enviados a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a predicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a ser luz a los gentiles a fin de llevar la salvación hasta lo último de la tierra. (Isaías 61:1, Hechos 13:47).

REFLEXIONA

Recuerda lo que dice el Señor: sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. (Mateos 25:23).

Amado hermano: la venida del Señor por su iglesia está cerca. Arrepiéntete y trabaja en la viña del Señor para salvación de las almas. Ora así: Padre mío y Dios mío. Me arrepiento de todo corazón haberte desobedecido, te pido  me perdones. Desde hoy quiero ser un hijo obediente.

Lleva mis pasos hacia las almas perdidas para que sean salvas por el poder del Espíritu Santo en la predicación del evangelio. Desde hoy quiero mostrarte mi amor en total obediencia. Amén.

  • E-mail.unrayitodeluz777@hotmail.com   cel. 9211006070


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