Pero quiero que sepáis, que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. 1 corintios 11:3.
Muchos matrimonios viven en conflicto porque no saben qué hacer para arreglar las diferencias que tienen dentro de su hogar. El esposo dice que la mujer no es obediente, y la esposa dice que el esposo la quiere dominar.
En otros casos, el marido se siente desplazado de toda autoridad porque es la mujer la que manda y decide cómo se deben hacer las cosas porque cree tener la razón. Otros matrimonios tienen problemas porque la esposa no se siente comprendida por el esposo que ignora cómo hacerlo.
Y si hablamos de finanzas, el esposo dice que su mujer no se sabe administrar y la esposa dice que su marido es un avaro.
Y así podemos seguir la lista. Pero lo importante aquí es que todos estos desacuerdos llevan a los cónyuges a chocar en sus opiniones y establecer una guerra entre ellos como si fueran enemigos.
Esta contienda, frecuentemente los destruye física y emocionalmente, y los conduce a la separación y al divorcio, pero esto no debe ser así.
Dios primeramente creó al hombre, y a la mujer la formó de la costilla del hombre para que se uniera con él y fueran una sola carne, (Génesis 2:22-24), para que el hombre la cuidara y la amara como a su propio cuerpo (Efesios 5:28) y para vivir con ella sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coheredera de la gracia de la vida. (1 Pedro 3:7).
Igualmente, Dios manda que no le diera carta de repudio (divorcio) porque lo que Dios juntó, no lo debe separar el hombre. Marcos 10:1-12. Como podemos ver, es el varón el que lleva principalmente la responsabilidad de guiar y sustentar en todos los aspectos su matrimonio y su hogar.
La palabra de Dios dice que el varón es la cabeza de la mujer (1 corintios 11:3); esto quiere decir que el esposo está capacitado en su espíritu y en su alma para desarrollar los talentos naturales y espirituales que Dios ha puesto en él para darle buena dirección a su vida matrimonial siempre que la cabeza (el varón) sea guiado por el Señor Yahshua.
Pero, si por alguna razón el varón no tiene una relación estrecha con Cristo y la mujer sí, esto no le da autoridad a la mujer para tomar el lugar de su esposo queriéndose sublevar por encima de él, ya que la esposa no fue diseñada para tan grande cargo.
La palabra de Dios nos dice que la mujer es la ayuda idónea del varón (Génesis 2:18) pero esto no le da derecho a tomar un lugar que no le corresponde; si no que con mucha sabiduría, ella ayudará al varón a tomar decisiones correctas y justas, siempre al margen de la palabra de Dios. Ella le dará bien y no mal todos los días de su vida. (Proverbios 31:12).
Mas si el varón fuera renuente por falta de la verdad en la palabra de Dios, la esposa sabia guardará cordura y seguirá su paz, porque eso nos ha enseñado Dios; tener paz en Él (Juan 16:33), y no va a contender con su esposo, porque gotera continua son las contiendas de la mujer. (Proverbios 19:13b).
En este caso, la esposa doblará rodillas a Dios, y con mucha fe, será intercesora delante del trono del Señor por su esposo, pidiendo para él: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Dios (Isaías 11:2) para que sepa su esposo tomar decisiones correctas que glorifiquen y honren el nombre de Dios.
Mientras tanto, ella se sujetará en amor a su esposo para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de su esposa, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. (1 Pedro 3:1,2).
Es necesario que ante tal conflicto marital, los cónyuges tomen cartas en el asunto porque en el hogar, cuando la esposa se convierte en ayuda idónea de la cabeza que es su esposo, ella llega a ser el cuello; y este tiene que estar fuerte y en excelente condición para trabajar unido a la cabeza conforme al diseño de Dios.
Esto quiere decir que si la cabeza tiene la facultad de enseñar y comunicar ideas y conocimientos, el cuello es el que da la dirección; porque el padre instruye y la madre direcciona. (Proverbios 1:8).
Por lo tanto, cuando en la cabeza abunda el saber espiritual, es el cuello que da curso al conocimiento y enfoca el destino de este. Así que, en el matrimonio, ni el esposo es más, ni la esposa es menos, los dos se unen en el Señor para vivir sabiamente en su hogar.
Amado lector: si tu matrimonio está en crisis y a punto de fracasar, llama a tu pareja y acérquense a Dios con sincero corazón y pídanle que restaure su matrimonio; y tengan la plena seguridad de que él responderá su oración y les mostrará cosas grandes y ocultas que no conocen y les revelará abundante paz.
Di así. Señor Yahshua nos postramos delante de tu presencia en humilde corazón creyendo en tu poder, amor y misericordia.
Tú conoces Señor la situación que estamos pasando en nuestro matrimonio y sabes que es insoportable. Por eso hoy clamamos a ti en arrepentimiento por nuestros pecados y te pedimos que perdones nuestras maldades.
Primeramente porque hemos pecado contra el cielo y contra ti, siendo hijos insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros incapaces de buscar tu camino.
Confesamos que como esposos nos hemos ofendido mutuamente. Por eso hoy te pedimos Padre, en el nombre de tu Hijo Yahshua, perdónanos y ayúdanos.
Hoy abrimos nuestro corazón y te recibimos como nuestro señor y Salvador.
Rogamos nos ayudes a edificar nuestro matrimonio en la Roca para que nuestra casa nunca sea derribada por los embates de la vida. Amén. Que la paz de Dios reine en sus corazones.
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