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Por Raymundo Jiménez
Columna:

Al pie de la letra

El problema es Nahle

2022-08-04 | 07:00 a.m.
Diario del IstmoDiario del Istmo

Se ha generado un debate estéril a partir de que el Congreso local dio entrada y finalmente aprobó este martes la adición de una fracción tercera al artículo 11 de la Constitución Política del Estado, que en caso de ser avalada también por al menos 107 de los 212 Cabildos veracruzanos, habilitará legalmente a cualquier ciudadano mexicano a ser gobernador aunque que no haya nacido en Veracruz.

Y es que ya la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que está por encima de toda legislación local, en su artículo 116 ya establece lo mismo por una reforma que data desde marzo de 1987, en el cual se estipula que “solo podrá ser gobernador constitucional de un estado un ciudadano mexicano por nacimiento y nativo de él, o con residencia efectiva no menor de cinco años inmediatamente anteriores al día de la elección”.

Antes de Veracruz, otros 17 estados ya habían armonizado sus respectivas Constituciones con lo establecido en esta materia por la Carta Magna de la Federación.

¿Por qué entonces tanto repudio y descalificación a lo que popularmente se ha motejado como la “Ley Nahle”, en alusión a la secretaria de Energía, nativa de Zacatecas pero con casi 40 años de residencia en el puerto de Coatzacoalcos, donde contrajo matrimonio y dio a luz a sus hijas Rocío y Tania?

¿Habría sido la misma reacción virulenta si la modificación del artículo 11 de la Constitución Política local hubiera sido con expresa dedicatoria para el alcalde de Xalapa, Ricardo Ahued, tampoco oriundo de Veracruz sino nativo del estado de Hidalgo, pero quien desde su infancia llegó con sus padres a vivir a la capital veracruzana, donde ha generado cientos de empleos y acrecentado su fama de empresario honesto, altruista y solidario?

Además, a diferencia de Nahle, como representante popular y servidor público, Ahued ha ganado tantas simpatías por su cercanía y trato amable con la gente que primero fue el caballito de batalla del PRI para ganar elecciones –inició como alcalde en 2004 y luego fue postulado a las diputaciones federal y local en 2009 y 2013–, y ahora, desde 2018, sigue invicto en las filas de Morena, partido por el que contendió en 2018 a la senaduría, casualmente como compañero de fórmula de la ahora titular de la Sener, y en la sucesión municipal de 2021 tuvieron que echar mano de él como bateador emergente para asegurar la alcaldía de Xalapa luego de la catastrófica administración del repudiado exmunícipe morenista Hipólito Rodríguez Herrero.

Quién sabe más adelante qué digan las encuestas, pero si hoy fueran las elecciones de gobernador, muy difícilmente ganaría Morena con una candidata como Nahle, no porque la secretaria de Energía sea originaria de Zacatecas sino porque carece de sincera empatía con los veracruzanos, aparenta ser antipática y soberbia y, sobre todo, ha sido estigmatizada por favorecer a sus compadres, familiares y amigos, sembrando serias dudas de que el erario estatal podría administrarlo también con la misma opacidad de la multimillonaria inversión federal destinada a la refinería de Dos Bocas.

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