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Por Francisco J. Ávila Camberos
Columna:

Cuento con moraleja

2023-06-03 | 08:54 a.m.
Cuento con moraleja
Diario del IstmoDiario del Istmo

Supongamos que el propietario de un vehículo lo llevó a un taller para que  lo repararan. No quedó muy a gusto como se lo dejaron, ya que el automóvil sigue teniendo fallas. Cuando viaja a más de 100 kilómetros por hora vibra mucho. Tal parece que se va a desarmar. No le funciona el radio y el aire acondicionado enfría solo cuando quiere.

Conoce de pronto a un mecánico que lleva 18 años anunciándose y dice ser el mejor. Que él no roba, no miente, ni traiciona a sus clientes.  Que sabe perfectamente cómo arreglar los problemas del coche en un tiempo récord.

Que incluso ya revisó el automóvil y en pocos días se lo dejará como nuevo.

Ilusionado y con la esperanza de tener su vehículo en óptimas condiciones, el propietario del mismo lo saca del taller original  y  lo lleva al del mecánico que le ofreció arreglarlo de manera definitiva y a muy buen precio.

Al llegar al nuevo taller, observa que la mayoría de quienes trabajan ahí no tienen la más remota idea de lo que es mecánica automotriz. No saben diferenciar una llave de tuercas de un desarmador. Esto se lo manifiesta al dueño del negocio. Él le dice que no se preocupe. Que lo más importante es que son personas leales y honestas. Que con que tengan 10% de capacidad es suficiente.

Confiando en las palabras del propietario del taller el dueño del auto se lo entrega y le da un anticipo para que compre las refacciones e inicie la reparación.

Varias semanas después acude al taller a ver si ya quedó listo su coche y para sorpresa suya lo encuentra totalmente desarmado. Algunas piezas del carro que todavía estaban en buenas condiciones se las quitaron y las han sustituido por otras hechizas. También por piezas sacadas de la chatarra.

Los mecánicos honestos pero incapaces han echado a perder varias piezas del auto que todavía servían; otras las han perdido y el colmo: Algunas se las robaron y vendieron a otros talleres; dada la escasez de refacciones en el mercado.

Molesto el propietario del automóvil le reclama al dueño del taller y éste le dice que no es su culpa. Que los verdaderos causantes del problema fueron los mecánicos anteriores, porque le dejaron el coche en muy mal estado.

El dueño del auto le responde que si bien le fallaban algunas cosas, éste al menos caminaba y ahora ni eso. Incluso conduciéndolo él mismo lo llevó a su taller. Muy molesto le pide que le arme el coche y le devuelva el dinero del anticipo.

El propietario del taller le dice que no puede armarlo porque le faltan tornillos, mismos que por cierto le regaló a un amigo cubano que los necesitaba y respecto al dinero que le dieron como anticipo tampoco se lo puede reembolsar, porque ya se lo gastó cubriendo compromisos que tenía.

Por pasarse de buena gente y sobre todo de crédulo el dueño del coche se quedó sin  auto y sin dinero.

Moraleja: No hay que creer todo lo que nos prometen, porque quienes frecuentemente lo hacen sin conocer sus limitaciones y su desconexión con la realidad, no siempre tienen manera de cumplir lo que ofrecen. Nos engañan a base de frases melosas que sólo nos endulzan los oídos para que al final, terminen tomándonos el pelo.

Llevado este ejemplo a la política: Abramos bien los ojos para no equivocarnos. Por eso el voto libre, consciente y razonado es la mejor arma del ciudadano para hacer a un lado a los políticos mentirosos y premiar a los más capaces, cumplidos y honrados.

Recordemos esto porque el año próximo habrá elecciones.

Vayamos planeando desde ahora por quién votaremos, antes de que nos quedemos sin país y sin dinero.

¿No les parece a Ustedes?     

Muchas gracias y buen fin de semana.

  /ct 

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