Hace quinientos años, medio milenio atrás, tuvo lugar la fundación de la Villa del Espíritu Santo. En un 8 de junio de 1522, surgió a las orillas del río Coatzacoalcos. Esta villa marcó el inicio de los asentamientos españoles en el norte del Istmo y se convirtió en la tercera población en lo que hoy es el estado de Veracruz.
La celebración tiene poco que ofrecer, casi nada, ya que con el tiempo la tercera villa se desvaneció y prácticamente desapareció. No existen descendientes directos de los primeros conquistadores y colonos. Sin embargo, recordar, conmemorar, traer a la memoria esos procesos de larga duración que dieron origen a una cultura singular, la cultura jarocha, es relevante e indispensable tras cinco siglos.
El mestizaje carece de romanticismo; no somos fruto de los amores entre Hernán Cortés y la Malinche, sino descendientes de aventureros y viajeros: vaqueros mulatos libres e indias secuestradas de sus tierras, hechiceras negras, hacendados españoles y arrieros criollos. Somos el resultado de la suma de conocimientos y sabores de distintas épocas, de indígenas que incorporaron saberes ancestrales a lo largo del tiempo, así como de piratas, contrabandistas y extranjeros que adoptaron estas tierras como propias.
También somos descendientes de personas rebeldes que lucharon por recuperar las tierras arrebatadas a sus antepasados. Estamos hechos de esta mezcla diversa. La villa en cuestión fue llamada Villa del Espíritu Santo, aunque algunos funcionarios virreinales la conocían como Villa del Espíritu Santo Coatzacoalco, o simplemente Coatzacoalco. Se esperaba mucho de ella, pues fue fundada por lo que Bernal Díaz del Castillo llamó "la élite de los conquistadores". Se creía que podría funcionar como un puerto alternativo a Veracruz. Sin embargo, los ataques piratas, el clima insalubre y las enfermedades llevaron a su declive, y a partir de 1640 dejó de ser mencionada, dando paso a Acayucan como nueva capital de la provincia, que siguió siendo llamada Coatzacoalco.
La conmemoración debería ser a nivel regional, ya que su presencia moldeó la identidad del sur de Veracruz. Pertenece a Coatzacoalcos porque heredó su nombre y toda su carga histórica y simbólica; a Ixhuatlán del sureste, porque el área donde existió la villa actualmente forma parte de ese municipio; a Acayucan, porque fue cabecera de la alcaldía mayor de Coatzacoalco; y a Minatitlán, ya que fue la cabecera del cantón al que alguna vez pertenecieron Coatzacoalcos e Ixhuatlán.
Cuando el Coatzacoalcos actual se fundó en 1881, muchos lo vieron como el renacimiento de la antigua villa. Se convirtió en el principal polo económico, atrayendo población de la región y estados vecinos, desempeñando las mismas funciones: ser puerto y entrada para nuevas ideas y mercancías, como lo fue la Villa del Espíritu Santo o Villa de Coatzacoalco.
Debido a esto, el Servicio Postal Mexicano está emitiendo un sello conmemorativo para marcar esta significativa ocasión.
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