Un grupo de 17 migrantes venezolanos, se encuentra de paso por esta ciudad, en su trayecto a la frontera norte del país, con la esperanza de poder ingresar a los Estados Unidos de Norteamérica, donde el pasado mes de diciembre se entregaron, ante la desesperación de no tener que comer.
Jule, joven venezolana señaló que el grupo está formado por 17 personas, siendo siete adultos y diez niños, con quienes vienen viajando desde principio de año luego de ser deportados de los Estados Unidos.
“Voy a cumplir en febrero un año de haber ingresado a México, por lo que ahora seguimos viajamos con la finalidad de ingresar a los Estados Unidos; Ya habíamos llegado hasta adentro pero nos entregamos el 24 de diciembre y ya para el 26 estábamos en México; todo fue por desesperación, por eso fuimos con migración”, refirió la joven venezolana.
De acuerdo a lo señalado por Jule, cruzaron varios países para poder llegar a México y posteriormente cruzar a los Estados Unidos, lugar al que el año pasado llegaron en el mes de diciembre, pero por desesperación, decidieron entregarse.
“A mi me han regresado tres veces, una de ellas fue desde adentro (Estados Unidos), no tuvieron detenidos y luego nos mandaron a México y en la frontera nos regresaron hasta Villahermosa y ahora seguimos”, refirió la joven que viaja con sus hijos.
“Nosotros somos varios, somos siete adultos y 10 menores, con los que nos subimos al tren, siempre cuando está parado, nunca en movimiento, llevamos bien agarrados a los pequeños”, mencionó Jule, mientras que fumaba un cigarro bajo el puente de la Avenida Uno.
El grupo de jóvenes venezolanos, ya habían sido atendidos en la Casa del Migrante y posteriormente en las carpas de “Médicos Sin Fronteras”, preparándose para el siguiente viaje que tendría que ser por la noche o bien el martes por la mañana.
A los migrantes venezolanos no les importaba si Donald Trump había llegado al poder, a ellos lo que les interesa es ingresar a los Estados Unidos, por lo que viajan en familia para poder establecerse.
Algunos de los venezolanos probaron la jícama que no conocían, pero no les agradó el sabor, de igual manera a la que llaman ‘lechosa’, la papaya o como le llaman los cubanos, ‘frutabomba’.
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