México | 2023-12-12
Nuestra rutina poco tiene que ver con la que realizaban nuestros abuelos hace cincuenta años. La era que estamos viviendo es considerada como la digital y de la información, y cada vez son más las actividades diarias que se realizan delante de una pantalla. Hace algún tiempo no era del todo así y las ocho horas de media que destina la población a los dispositivos inteligentes se dedicaban a otras cosas. En este artículo, repasaremos algunos ejemplos de prácticas que han migrado de forma exitosa al campo virtual.
Si entramos en materia, cabe comentar que la digitalización no siempre es un aspecto negativo, pues en muchos casos mejora la eficiencia y da un valor añadido al trabajo humano. Una evidencia de ello son las obligaciones laborales, donde muchas tareas se llevan a cabo delante de una computadora o derivados. Desde los taxistas hasta los oficinistas deben una gran parte de su productividad a la conexión a internet y a programas que facilitan las tareas de una forma clara, reduciendo las pérdidas de tiempo y los procesos repetitivos.
Incluso han cambiado las reuniones y encuentros con compañeros. Más allá de aquel periodo que no se podía salir del hogar ni establecer contacto, impulsando nuevas maneras más conciliadoras como el teletrabajo, siguen estando a la orden del día las plataformas de videollamada. De este modo, desde cualquier lugar y sin necesidad de desplazarse, uno puede comunicarse con total garantía con personas ubicadas a miles de kilómetros. Aunque el cara a cara sigue siendo clave en momentos decisivos, internet ha evitado muchos desplazamientos.
Y lo mismo sucede con el sector educativo, sobre todo en los centros universitarios. No se podría entender la formación actual sin las herramientas digitales. Es más, la gran mayoría de instituciones disponen de un espacio virtual para los alumnos, con material docente de distinta tipología para ir aprendiendo sobre la materia o realizar las entregas de trabajo en línea. A pesar de que se siga yendo físicamente al edificio, buena parte del plan de estudios está pensado para llevarse a cabo junto con los dispositivos inteligentes.
El entretenimiento es uno de los sectores que a lo largo del día ocupa más horas delante la pantalla. La práctica por excelencia en las últimas décadas son las redes sociales, con más de tres horas de dedicación, que poco a poco han ido sustituyendo el contacto entre amigos y familiares. Las llamadas, las quedadas en un bar o los encuentros posteriores al trabajo forman parte más del pasado que del presente. Todo pasa, hoy en día, por las aplicaciones con millones de usuarios registrados, como es el caso de Facebook, TikTok o Instagram.
Medios tradicionales de comunicación como la televisión y la radio también han tenido sus momentos delicados a esta era digital. La primera ha visto como la aparición de plataformas de contenido audiovisual le ha ido ganando terreno, con ofertas bajo demanda y precios muy ajustados. Si hace unos años el espectador debía esperar a la programación para ver su película favorita, en los tiempos actuales, es suficiente con invertir pocos segundos para tenerla en pantalla, ya sea esperando el transporte público o tumbado en el sofá del hogar.
Como hemos mencionado, el medio sonoro de referencia es un buen ejemplo de resiliencia. Sigue siendo ampliamente escuchado y se ha ido digitalizando para tener presencia, no solamente en los aparatos especializados que captan las ondas, sino también en los digitales. Además, ha sabido adaptar sus contenidos más especializados, mediante los conocidos como pódcast, a plataformas destinadas al consumo musical como Spotify, el gigante sueco que lidera el mercado con mano de hierro, u otras grandes marcas de la competencia.
Los casinos en línea son otro ejemplo de digitalización producida en los últimos años. En la década de los 90, el conjunto de actividades que causaron furor en los locales especializados fue dando el salto a internet, abriéndose a más posibilidades de oferta y a un número mayor de potenciales interesados. Prácticas como las tragamonedas, la ruleta o el blackjack son tres de los muchos juegos que se pueden encontrar totalmente adaptados a las tendencias actuales y bebiendo de los últimos avances como la emisión en vivo o las vías de interacción.
Mucho más modernos que todo lo comentado son los videojuegos, que en su propia piel han vivido otro proceso de transformación. Hace menos de tres décadas, los aficionados a los títulos se daban cita en locales especializados de máquinas recreativas para jugar a las últimas novedades. Ahora, este componente social se ha visto modificado y ya no se queda en un lugar concreto, sino que se hace en el espacio virtual, conectándose en la modalidad online y compitiendo los unos con los otros o en modo cooperativo, compartiendo experiencias.
Una vuelta al pasado es toda una utopía y se espera, según los expertos en la materia, que en los próximos años esa tendencia vaya a más y se incrementen los procesos digitalizados. Poco a poco ya se están dejando ver en aspectos como las casas inteligentes, capaces de bajar persianas de forma automática o iluminar un espacio según el gusto y la actividad que vaya a practicar el internauta. Se avanza hacia una gran interconexión que, aunque presenta grandes ventajas para algunos, otros no lo contemplan de una forma tan positiva.
Incluso la movilidad, un aspecto que suele ser un campo de pruebas, pero que todavía no presenta buenos resultados, está pasando por una gran fase de digitalización. Ya han aparecido en escena, aunque no con grandes efectos, casos como los vehículos autónomos capaces de transportar a los usuarios sin que estos deban realizar ninguna acción durante el trayecto. Si actualmente el proceso de conducción ya tiene influencia de tecnologías como la navegación GPS, se acentuaría aún más con toda la actividad acercándonos a la imagen icónica de lo que es el futuro.