México | 2024-05-14
Una llamarada solar de magnitud X8.7, la más potente registrada en el actual ciclo solar, fue detectada este martes 14 de mayo. A pesar de su gran intensidad, expertos aseguran que no representa una amenaza directa para nuestro planeta debido a la posición de su origen en el Sol.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) había emitido una alerta de tormenta geomagnética severa (G4) el pasado viernes 10 de mayo, tras observar una serie de llamaradas solares y eyecciones de masa coronal desde el 8 de mayo. Este evento anterior provocó un fenómeno inusual: la aparición de auroras boreales en latitudes donde normalmente no son observadas, ofreciendo un espectáculo de luces celestiales que cautivó a observadores alrededor del mundo.
El fenómeno coincidió con el pico de actividad del ciclo solar de 11 años, lo que resultó en un impresionante baile de luces en el cielo nocturno. Las auroras, normalmente confinadas a regiones polares, se extendieron a zonas más alejadas, sirviendo como un recordatorio visual de la poderosa influencia solar.
Aunque la reciente llamarada solar X8.7 no está dirigida hacia la Tierra, los científicos mantienen una vigilancia constante sobre la actividad solar. Su objetivo es prevenir cualquier posible impacto en las comunicaciones globales y las redes eléctricas, que pueden verse afectadas por estos fenómenos espaciales.
La comunidad científica y los entusiastas de la astronomía permanecen atentos, esperando que el cielo nocturno continúe ofreciendo maravillas visuales mientras se mantiene la seguridad de nuestras infraestructuras tecnológicas.
El SCIESMEX subraya la importancia de monitorear constantemente la actividad solar para prevenir impactos en el campo magnético terrestre y sistemas críticos.
Con la presencia de dos regiones activas en la superficie solar, se anticipan posibles perturbaciones globales en las próximas 48 horas. El SCIESMEX se mantiene alerta y proporcionará actualizaciones al Sistema Nacional de Protección Civil para gestionar cualquier posible impacto.
Según National Geographic, el 28 de agosto de 1859 sucedió uno de los fenómenos cósmicos más espectaculares y a la vez devastadores que se hayan registrado: el Evento Carrington. Auroras boreales iluminaron los cielos de todo el mundo, desde las latitudes medias como Madrid y Roma, hasta lugares más lejanos como Santiago de Chile, la Habana y Australia. Sin embargo, surgió la duda de ¿qué desencadenó esta impresionante exhibición celestial?
El astrónomo británico Richard Carrington presenció una explosión de luz blanca en la superficie del Sol un 1 de septiembre de 1859, la cual lanzó enormes llamaradas de energía equivalentes más de diez mil millones de bombas atómicas. Este evento, que fue apenas visible durante unos minutos, desencadenó una tormenta solar violenta que afectó a la Tierra apenas 17 horas después, dando lugar a la tormenta solar más intensa de los últimos cinco siglos.
Conocida como una eyección de masa coronal, esta llamarada solar colapsó la tecnología disponible en ese entonces. Las líneas telegráficas se cayeron en todo el planeta, causando incendios, heridas en operadores y el increíble fenómeno de que los telégrafos mandaban mensajes de larga distancia sin la necesidad de baterías. La noche se convirtió en días, con auroras boreales tan brillantes que los ciudadanos de Missouri podían leer sin luz artificial pasada la medianoche.
El clima espacial es cómo nos referimos a las variaciones en el entorno espacial local impulsadas por la radiación y las partículas expulsadas y cómo esas variaciones impactan a la Tierra y a la sociedad humana. Esos impactos incluyen: fallas electrónicas en satélites; problemas de comunicación y navegación en aviones; peligros de radiación para los astronautas; y pérdida de satélites debido a la resistencia atmosférica.
La energía eléctrica de los hogares y negocios puede verse interrumpida por tormentas geomagnéticas provocadas por ráfagas del Sol. La importancia de estas variaciones se hará evidente a medida que comencemos a comprender cómo funciona el clima espacial, señala la NASA.