Coatzacoalcos | 2024-02-06
El Señor Yahshua dijo a sus discípulos que Él es el camino, pero también dijo que es LA VERDAD. (Juan 14:6). Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Yahshua, el Hijo de Dios. (Juan 1:17).
Esta verdad está en su palabra, y todo aquel que es de la verdad, oye su voz. (Juan 18:37). El Señor habló la verdad, en el cielo hay moradas que están esperando, moradas que preparó el Señor Yahshua para aquellos que sean acreditados para heredarlas en el tiempo señalado. No cualquiera podrá heredarlas, solo aquellos que cubran el requisito divino que condiciona tener fe en la verdad.
El Señor le dijo a sus discípulos: creéis en Dios, creed también en mí. (Juan 14:1). La fe es necesaria e indispensable. Pero no es la fe puesta en cualquier cosa, sino que es la fe puesta en el Señor Yahshua.
El apóstol Pablo cita: La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. (Hebreos 11:1,6).
Muchas personas dicen tener fe en Dios pero también creen en ídolos e imágenes, pero de esa forma no heredarán las moradas celestiales. La idolatría es un camino equivocado; por ella no se llega al Padre porque las puertas del cielo están cerradas para ella. La palabra de Dios dice: ¿Y de quién te asustaste y temiste, que has faltado a la fe, y no te has acordado de mí, ni te vino al pensamiento?
¿No he guardado silencio desde tiempos antiguos, y nunca me has temido? Yo publicaré tu justicia y tus obras, que no te aprovecharán. Cuando clames, que te libren tus ídolos; pero a todos ellos llevará el viento, un soplo los arrebatará; mas el que en mí confía tendrá la tierra por heredad, y poseerá mi santo monte. (Isaías 57:11-13). Dios condena severamente la idolatría y nos recuerda que debemos guardarnos de ella.
Su palabra dice: No os volváis a los ídolos, ni hagáis para vosotros dioses de fundición; yo soy el SEÑOR vuestro Dios. (Levíticos 19:4). Es que ninguno de los ídolos y las imágenes pagaron el precio, un sacrificio acepto y agradable que cubriera las demandas de Dios para el perdón y salvación de las almas pecadoras. Solo Yahshua fue el Cordero sin mancha preparado para ser inmolado. Juan el Bautista declaró: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. (Juan 1:29). EL SEÑOR YAHSHUA, EL HIJO DE DIOS ES EL CAMINO Y LA VERDAD; no hay otro, solo Él. No hay vía, ni senda, ni sendero, ni calzada, ni vereda que nos conduzca al Padre para heredar las moradas celestiales que el Señor Yahshua; solo Él y nadie más.
Aunque el mundo busque caminos opcionales o alternos, no los encontrará, porque Dios ha determinado un único camino para llegar a Él, el Señor Yahshua, porque solo Él fue el Cordero del sacrificio, agradable y perfecto de olor fragante al Padre por nuestros pecados; y solo la fe puesta en el Señor Yahshua, abre el camino para heredar las moradas celestiales.
Igualmente, El Señor Yahshua dijo a sus discípulos que ÉL ES LA VIDA. (Juan 14: 6). Una vida que no acaba, una vida que es eterna en el reino de Dios y nos hace poseer eternamente las moradas celestiales. El evangelio de Juan dice: en Él, Yahshua, estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. (Juan 1:4). Luz que nos llevará por caminos de vida y vida eterna. A Martha, la hermana de Lázaro, el Señor le dijo: Yo Soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. (Juan 11:25,26). El Señor es la resurrección, Él es la vida y en su vida está escondida nuestra vida para eternidad. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seremos manifestados con él en gloria.
(Colosenses 3:4). Ahí está la promesa del Señor dada a sus discípulos: Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. (Juan 14:3).
Amado lector: Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Una morada celestial nos está esperando, que nuestra fe siempre esté firme en que un día estaremos ahí para habitarla junto a nuestro Señor Yahshua, porque en su misericordia, el Señor nos ha redimido y nos ha prometido ser herederos de las santas moradas. Pero si no has sido aún redimido, acércate al Señor en esta sencilla oración de fe.
Di así: Señor Yahshua, creo que tú eres el Hijo de Dios. Creo que entregaste tu vida como una ofrenda agradable al Padre para el perdón de mis pecados. Tu sangre se derramó en el madero y fuiste muerto y sepultado, pero al tercer día resucitaste y estas sentado a la diestra del Padre con poder y gran gloria. Señor, reconozco ser un pecador y me arrepiento de ello, por favor te pido, con todo mi corazón, que me perdones.
Hoy abro mi corazón y te pido que entres en él cómo Señor y Salvador de mi vida. Creo que eres el único camino por donde puedo heredar las moradas celestiales que tienes preparadas para mí. Te ruego Padre Eterno, que cada día me esfuerces para caminar en tu voluntad siendo un sacrificio vivo en tu presencia. Señor, fortalece mi fe para que nada haga turbar mi corazón porque yo creo en ti y en Dios el Padre. Si tú has revelado de la existencia de esas moradas celestiales, y has dicho que solo tú eres el único camino para llegar a ellas, yo lo creo Señor. Ayúdame a no flaquear, y cuando sea el tiempo de habitarlas esté bien dispuesto a entrar en ellas porque quiero estar contigo siempre. Amén. Paz de Yahshua.
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