| 2024-05-02
Estamos a escasos días de llevar a cabo el proceso electoral más grande y más importante que ha tenido nuestro país. Elegiremos no sólo la Presidencia de la Republica y la renovación del poder legislativo federal, sino que a nivel local se elegirán más de 19 mil cargos entre los que destacan la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y las gubernaturas de Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán.
Como nos hemos podido dar cuenta son tiempos en que los spots, los anuncios y la propaganda política en todo tiempo y en todo momento han invadido el espacio tanto público como privado con sus ofertas y propuestas.
Todo ha sido político en este proceso electoral y en estos días de campaña, sin embargo, ¿deberíamos tomarnos en serio no solo la propaganda sino además las propuestas de los aspirantes? ¿deberíamos tomar en serio esta actividad cuando la política y los políticos son objeto de la mayor desconfianza? en realidad ¿todo debe ser política?
Alguien decía que la política es algo tan importante como para dejarla en manos de los políticos o como diría Platón que "el precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por el peor de los hombres".
Porque si bien pudiera no interesarnos, resulta que quienes sean electos serán los responsables de emitir las leyes, de salvaguardar nuestro patrimonio y seguridad, imponer los impuestos, generar los empleos e inversión, administrar los recursos públicos, garantizar nuestra convivencia y bienestar, pero también, impondrán la ley, el orden, la justicia, el derecho, es decir el ejercerán plenamente el poder público.
Aristóteles señalaba que el ser humano por naturaleza es un ser social (zoon politikón), un ser viviente perteneciente a la polis, es decir una comunidad política y el que no puede vivir en comunidad, o no la necesita, no es más que un desgraciado o un salvaje; y que, entre el bien del individuo y el bien de la ciudad, es más perfecto salvaguardar el de la ciudad, porque "es más hermoso y divino conseguir el bien para un pueblo".
Hoy que los spots, las publicaciones en redes sociales y el marketing político sustituyen la agenda, los programas, los proyectos por mensajes de pocos segundos, la espera de los like en las diversas plataformas digitales que buscan seducir más que convencer, donde se oculta la ignorancia y la incapacidad de muchos de los candidatos, aun así, la política importa y debe importar aún más.
La política no ha dejado de ser lo que materialmente es: la disputa real por el poder, la lucha de un grupo sobre otro que lo detenta, parafraseando a Michel Onfray por un lado están los que detentan el poder, lo ejercen, lo aman, lo quieren, lo reclaman y disponen arbitrariamente de él; por el otro aquellos sobre los cuales se ejerce, pero siempre serán enemigos consumados los unos sobre los otros; pero son los procesos electorales el cauce por el que se desemboca dicho conflicto y se preserva el Estado mexicano a través de la participación de los ciudadanos en las elecciones, reducir la actividad política a un mero formalismo resulta por lo menos una irresponsabilidad.
Si bien no todo es política, la política nos permite entender el estado de las cosas. Para bien o para mal todo o casi todo es político, aunque se abstraiga uno de ella, la vida laboral, la escuela, la familia, los deportes, el empresariado, los sindicatos, los mercados financieros, casi toda actividad se mueve bajo estos parámetros, de ahí nuestra responsabilidad de elegir por la menos peor de las opciones. Esto lo entendió bien Winston Churchill al expresar que "la democracia es el peor de los sistemas de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado".