SOMOS HIJOS DE DIOS (La responsabilidad) Primera parte

Un rayito de luz en las tinieblas; SOMOS HIJOS DE DIOS

Coatzacoalcos | 2023-08-15

No solo son llamados hijos aquellos que son biológicos, sino que también aquellos que en un acto de amor son  injertados  en el núcleo familiar aunque no sean biológicos.

La biblia, que es la palabra de Dios,  dice que los gentiles (gente común no judía) fueron injertados en el olivo verde como hijos de Dios para salvación y hechos partícipes de su gloria.

El apóstol Pablo declara: Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. 

Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. (Romanos 11:17-19). 

Este olivo semeja al pueblo de Israel, es el tronco del pueblo de Dios donde los cristianos salidos del paganismo fueron injertados. Esta unión o implantación, solo se puede dar por medio de la fe. Pues todos somos hijos de Dios por la fe en Cristo, el Señor Yahshua.

La palabra de Dios dice: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (Juan 1:12,13; Gálatas 3:26).

Ahora que somos hijos de Dios, el acta que nos identifica como tal es su Espíritu Santo que vino a nosotros cuando recibimos al Señor, porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. (Romanos 8:14-16). El Señor nos ha perdonado, nos ha redimido con su sangre por su gracia (Efesios 1:7) ahora estamos  limpios y sin mancha.

La biblia dice: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda iniquidad. (1 Juan 1:9). Esta es una gran bendición que solo reciben los que creen y confiesan al Señor Yahshua como su salvador.

El apóstol Pablo señala: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Yahshua, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Cristo, el Señor, según el puro afecto de su voluntad,  para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado. (Efesios 1:3-6).

Como lo declaran las Escrituras, no llegamos a ser hijos de Dios por nuestros propios méritos, o por buenas obras, los hijos de Dios sólo podemos afirmar con humildad que la gracia del perdón de nuestros pecados se acepta como un regalo no merecido, por parte de Dios por el maravilloso Salvador que tenemos.

Sin embargo, este nuevo nacimiento espiritual, el resto de la humanidad no convertida  no lo conoce, porque no conoce al Padre, y por tanto no cree. (1 Juan 3:1).

Los que hemos creído, los que por convicción abrimos nuestro corazón y alma al Señor Yahshua,  somos hijos de Dios en el presente y en el  futuro, y por la vida eterna que se nos fue otorgada al creer.

Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16).

Ahora bien, como hijos de Dios, pertenecemos a la familia del Reino, y esto  nos da el derecho de presentarnos ante Él, en cualquier momento y circunstancia, para  presentarle nuestras necesidades y peticiones con acción de gracias. (Efesios 4:6).

Pero así como tenemos derechos, también  tenemos la responsabilidad de honrar  y glorificar su nombre, como todo hijo honra a su padre terrenal.

La palabra de Dios dice: Tributad a Yahweh, oh hijos de los poderosos, Dad a Yahweh la gloria y el poder. Dad a Yahweh la gloria debida a su nombre; Adorad a Yahweh en la hermosura de la santidad. (Salmos 29: 1,2).


Pero no solo es cantar y levantar las manos hacia su santidad, sino que también sujetándonos a sus mandamientos y ordenanzas como hijos obedientes al Padre quien nos amó por pura gracia; por esta razón, teniendo una identidad como hijos de Dios, y habiendo nacido de nuevo, debemos de llevar una vida que agrade al Padre, es decir, que debemos caminar en vida nueva.

La palabra de Dios dice: En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente,  y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.  Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.

El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.

Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. (Efesios 4:22-32). 

Paz de Yahshua         

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