Coatzacoalcos | 2023-07-18
Un templo es la morada donde reside Dios para ser venerado. El Señor dice: el que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. (Juan 14:23).
Dios ha querido que el hombre sea su templo y que el Espíritu de Dios habite en él y establezca comunicación divina con Dios en amor y respeto por lo que Él es. (1 Corintios 3:16).
El Señor dijo: Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. (Juan 4:23,24).
Es nuestro amor a Dios lo que nos lleva a adorarle en consecuencia al gran amor que hemos recibido de Él (1 Juan 4:10) por lo tanto, la verdadera adoración surge como una respuesta genuina al amor de Dios por nosotros. Todos sabemos que el verdadero amor a Dios implica entrega absoluta.
El Señor nos enseñó que para amarle hay que hacerlo con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente (Mateo 22:37). Así pues, la adoración genuina implica la entrega de todo lo que somos como una ofrenda de amor para Dios.
Pero para aquellos que abandonaron la adoración a Dios y se apartaron de Él corrompiéndose por seguir la idolatría y la vanidad de sus corazones, su templo está en ruinas.
Sin embargo aún hay tiempo, y hoy es el tiempo, para que el templo de Dios sea restaurado. Hagamos lo que hizo el rey Josías, que a los doce años de su reinado, comenzó a limpiar a Judá y a Jerusalén de los lugares altos, imágenes de Asera, esculturas e imágenes fundidas.
Derribó los altares de los Baales, e hizo pedazos las imágenes del sol, además quemó los huesos de los sacerdotes impíos sobre sus altares en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón, y hasta Neftalí, y en los lugares asolados alrededor. (2 Crónicas 34:3-7).
Después de haber limpiado la tierra y la casa, comenzó a reparar la casa de Yahweh su Dios; y los que hacían la obra trabajaban para reparar el templo. (2 Crónicas 34:8-10).
Hoy, el Señor te llama para que restaures el templo y el altar de tu corazón. El Señor quiere tener comunión contigo; Él quiere que ministres en su presencia. Comienza quitando los ídolos e imágenes que veneras.
Dios dice: no tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. (Éxodo 20:3,4)
No solo los ídolos y las imágenes físicas reprueba Dios, sino también la idolatría secular. Dios dice: no habrá en ti dios ajeno, ni te inclinarás a dios extraño.
Pero mi pueblo no oyó mi voz, e Israel no me quiso a mí. Los dejé por tanto a la dureza de su corazón.; caminaron en sus propios consejos. (Salmos 81:9, 11,12). La idolatría secular es todo aquello que ocupa el lugar de Dios en tu corazón.
Son aquellas decisiones propias que te llevan a levantar altares del sexo, el amor al dinero, el poder, la apariencia física, la fama, el ocio, la gula, el teléfono móvil y toda semejanza; estas cosas dominan tu vida de una manera que reflejan una marcada devoción. (Amor o afición que una persona siente hacia alguien o algo).
También la fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos, y avaricia, es idolatría. (Colosenses 3:5).
Hecha fuera de ti los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez, porque todas estas maldades de dentro del corazón salen y contaminan al hombre que es el templo de Dios. (Marcos 7:20-23).
Recupera tu santidad, lo hermoso de tu templo; cuando lo hayas hecho, lee la palabra de Dios, escudriña las Escrituras porque en ellas tienes la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio del Señor Yahshua. (Juan 5:39). Guarda sus testimonios; pon por obra la palabra del Señor Yahshua y de todo corazón busca a Dios,
En los mandamientos del Señor medita, regocíjate en sus estatutos. No te olvides de sus palabras, porque no hacen iniquidad los que andan en sus caminos. Tus pasos serán ordenados y con rectitud de corazón lo alabarás.
Esto mismo hizo Josías y todos los moradores de Judá y Jerusalén, así mismo los sacerdotes, los levitas, y todo el pueblo desde el mayor hasta el pequeño, subían a la casa de Yahweh, y Josías leyó a oídos de ellos todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa de Yahweh.
E hicieron pacto de caminar en pos de Yahweh y de guardar sus mandamientos, sus testimonios y estatutos con todo su corazón y con toda su alma; poniendo por obra las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro. (2 Crónicas 34:30-33).
Una vez que hallas restaurado el templo de Dios, celebra la cena del Señor, como el rey Josías celebró en su tiempo la pascua, porque todas las veces que comas el pan que es el cuerpo del Señor, y la copa del nuevo pacto en la sangre de Yahshua, la muerte del Señor anunciarás hasta que el venga. (1 Corintios 11:23-26; 2 Crónicas 35:1-19).(
Amado hermano: restaurar el templo es reparar lo dañado de ti para restablecer el funcionamiento adecuado para el Señor. Somos linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios para que anunciemos las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.
Como templo del Espíritu Santo, hemos de entender que Dios habita en nosotros, de allí que sea importante que podamos mantener y edificar bajo su guía nuestro ser, dejando la naturaleza carnal para vivir en la espiritual ministrando siempre en su presencia.
Que nuestra lengua hable de su justicia y de su alabanza todo el día, porque Dios es el Rey de toda la tierra, cantemos con entendimiento. Paz de Yahshua.