Coatzacoalcos | 2023-10-25
Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino fino y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.
Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
En el Hades (Seol) alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham y a Lázaro en su seno. Entonces gritando dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.
Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate de que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro males; pero ahora este es consolado aquí, y tu atormentado.
Además de todo esto, una gran cima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.
Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.
Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos. Lucas 16:19-31.
Esta parábola pretende enseñarnos el poder que tienen las riquezas para apartarnos de los mandamientos de Dios, y de robarnos la sensibilidad para no ser misericordiosos con el prójimo; así como también para dirigir nuestras vidas a una muerte eterna.
La palabra de Dios dice: los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios. Porque no para siempre será olvidado el menesteroso, ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente. (Salmos 9:17,18).
Dos personajes son citados en esta parábola, un hombre de nivel social económico muy alto, y Lázaro el mendigo. La historia narra que el rico se vestía de púrpura y de lino fino.
La púrpura es una tela real, es un color de reyes, y el lino es una tela fina.
Este personaje rico, según los datos bíblicos, era un hombre principal de mucha importancia y pertenecía a una familia noble y distinguida.
Este hombre hacía cada día banquetes, él no escatimaba en sus comidas espléndidas y abundantes; vivía en la opulencia, entre abundancia y ostentación; mientras que el mendigo Lázaro, lleno de llagas, permanecía a la puerta del rico queriendo saciarse de las migajas que caían de su mesa.
La condición de Lázaro, además de ser un mendigo, era lamentable, pues su cuerpo estaba lleno de llagas, pero suponemos que estas llagas no eran de lepra, porque los enfermos de lepra, según la ley de Moisés, los reunían en un lugar con el fin de controlarlos y aislarlos para evitar la propagación de la enfermedad. (Levítico 13:45,46).
Estás llagas, aunque la parábola no especifica, pudieron haber sido heridas abiertas, pues los perros le lamian las heridas al mendigo Lázaro. Quizá la piel estaba rota, violada, dañada por una erupción cutánea reflejo de un problema nervioso, o quizá por factores dañinos a la piel.
Pero lo que si nos queda claro es que en esta situación, Lázaro, anhelaba saciar su hambre aunque fuera con las migajas que caían de la mesa del rico.
Observemos, que la conducta del hombre rico, era de una persona apartada del temor y la fe en Dios, que caminaba en sus propios consejos, indiferentes al reino de Dios, incapaz de obrar misericordia.
En la vida, hay personas que son ricas en malas acciones; y aunque digan seguir a Dios, ponen la avaricia y los deseos de su corazón por encima de la fe y la obediencia al Señor. Son ricos en apariencia de piedad, y piensan que por sus obras heredarán el cielo, y esto no es así porque la fe actúa juntamente con las obras, y la fe se perfeccionó por las obras. (Santiago 2:22).
Un ejemplo lo tenemos con el joven rico que quería heredar la vida eterna; a él se le dio la oportunidad de actuar juntamente con la fe y las obras, pero salió reprobado.
La palabra de Dios dice: Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Yahshua le dijo: ¿Por qué me llamas bueno?
Ninguno hay bueno, sino solo Dios. Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre.
Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. Yahshua, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico. Al ver Yahshua que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! (Lucas 18:18-24). Este joven rico, creyó que guardar los mandamientos de Dios sin hacer misericordia podría llevarlo a heredar la vida eterna.
Pero en el caso del hombre rico, que esta parábola nos da a entender que vivía alejado de Dios y que no tuvo misericordia del mendigo Lázaro, e ignoró su sufrimiento y su necesidad con frialdad e insensibilidad, y no alargó su mano de piedad para saciar su hambre teniendo que darle, tuvo su justa paga.
Lázaro, hambriento y atribulado, lleno de llagas, y puesto a un nivel ínfimo entre los mendigos, solo contó con el favor de los perros, que fueron más instintivos al lamerle las llagas queriendo curárselas, que el rico en tener misericordia de él. (Lucas 16:20,21). Continuará. Paz de Yahshua.