No queda mucho tiempo (LA NUEVA JERUSALÉN -3) Vigésima tercera parte

Un rayito de luz en las tinieblas; No queda mucho tiempo (LA NUEVA JERUSALÉN -3) Vigésima tercera parte

Coatzacoalcos | 2023-03-28

Siguiendo con la observancia de la nueva Jerusalén, otra característica que encontramos es que la ciudad no tendrá necesidad de sol ni de luna que brille en ella porque la Gloria  de Dios la iluminará, y el Cordero será su lumbrera. (Apocalipsis 21:23).

En aquel día no será  imprescindible la lumbrera mayor ni la lumbrera menor puesto que la luz verdadera alumbrará en todo su esplendor. Como referencia el profeta Isaías declara.

El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Yahweh te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria. (Isaías 60:19).

 Debemos notar que  es la plena armonía e igualdad entre el Padre y el Hijo quienes harán posible la luz eterna. La santa palabra dice: la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. (V-23).

 Así mismo, el apóstol Juan declara: este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. (1 Juan 1:5).

De la misma manera, el Señor Yahshua habló diciendo.

Yo Soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Juan 8:12).

A continuación el apóstol Juan detalla el funcionamiento de la ciudad santa señalando: Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. (Apocalipsis 21:24-26).

Estas naciones serán aquellas que no fueron engañadas por satanás al reunirlas para la batalla  las cuales hace referencia apocalipsis 20:8. Estas fueron salvas y andarán a la luz de la gloria de Dios (Apocalipsis 21:24; Isaías 60:3); sus reyes tributarán alabanza, gloria y honra al carácter, la personalidad y la gloria del Reino de Dios.

Estos reyes nos recuerdan a la parábola de las diez minas donde el Señor dio autoridad sobre ciudades a los siervos fieles. (Lucas 19:15-18).

En aquel día los reyes de la tierra  manifestarán regocijo hacia la majestad y divinidad de Dios. La palabra dice: Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga; haga resplandecer su rostro sobre nosotros; para que sea conocido en la tierra tu camino, en todas las naciones tu salvación.

Te alaben los pueblos, oh Dios; todos los pueblos te alaben. Alégrense y gócense las naciones, porque juzgarás los pueblos con equidad, y pastorearás las naciones en la tierra.  Te alaben los pueblos, oh Dios; todos los pueblos te alaben.

La tierra dará su fruto; nos bendecirá Dios, el Dios nuestro.

Bendíganos Dios, y témanlo todos los términos de la tierra. (Salmos 67). A continuación se nos revela que  ante la gloria de la gran ciudad Santa, sus puertas estarán de continuo abiertas, no habrá necesidad de cerrarlas porque siempre resplandecerá la luz divina de Dios y del Cordero (v-23)  ahí no habrá noche, las tinieblas nunca más harán su aparición; terminará el temor a la oscuridad y viviremos en un día sin fin.


LA NUEVA

Además, como un continuo sacrificio,  por esas puertas entrarán los reyes que traerán las riquezas de las naciones. (Isaías 60:11). No entrará en ella los inmundos, mentirosos y  abominables, ellos no habitarán  la santa ciudad, sino que su morada será el lago de fuego, más  la única forma de entrar a la nueva Jerusalén es si nuestros nombres están inscritos en el libro de la vida del Cordero (Apocalipsis 21:27; 20:15)  porque el Cordero es redención, y es a través de su sangre que somos redimidos. (Efesios 1:7).

Posteriormente, le es mostrado al apóstol Juan un rio limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. (Apocalipsis 22:1).

El agua de vida es símbolo de vida eterna. El Señor Yahshua empleó ese mismo símbolo con la mujer samaritana (Juan 4:7-14). Describe la plenitud de vida con Dios y la bendición eterna que viene cuando creemos en El y le permitimos satisfacer nuestra sed espiritual.

A continuación,  el apóstol Juan revela que en la nueva Jerusalén, en medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del rio, estará el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol serán para la sanidad de las naciones. (Apocalipsis 22:2).

Este árbol de la vida es semejante al árbol de la vida del huerto del Edén. (Génesis 2:9). Después que Adán y Eva pecaron, se les prohibió que comieran del árbol de la vida porque no podían tener vida eterna mientras permanecieran bajo el dominio del pecado.

Pero gracias al perdón de pecado mediante la sangre del Cordero, no habrá maldad ni pecado en la nueva Jerusalén.

Podremos comer libremente del árbol de la vida cuando sea destruido el control que tiene sobre nosotros el pecado y se asegure nuestra eternidad con Dios.

Las hojas de los árboles tendrán un valor medicinal para las naciones, para ser renovados física y espiritualmente; esto es, para aquellos que llegarán a la fe después del arrebatamiento y antes de la segunda venida  del Señor (ellos no tuvieron cuerpos glorificados) lo cual ya explicamos en el subtema los mil años. (Décima octava parte de este tema).

Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán. (Apocalipsis 22:3). 

Esta nueva creación no conocerá el pecado, por lo tanto no habrá maldición (Zacarías 14:11) porque la misma presencia de Dios y del Cordero lo garantizará; ellos le servirán y adorarán al Rey y a Yahweh y celebrarán las fiestas. (Zacarías 14:16-21).

Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. (Apocalipsis 22:4). Los de limpio corazón, y  los que vencieren  verán a Dios y pensarán y obrarán conforme a su carácter. (Mateo 5:8; Apocalipsis 3:12).

No habrá noche, y no tendrán necesidad de luz de sol, en la luz de Dios veremos la luz eternamente. (Apocalipsis 22:5; Salmos 36:9). Continuará. Paz de Yahshua.

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