Coatzacoalcos | 2023-06-13
Es el agua de la palabra de Dios uno de los dos elementos que nos hará nacer de nuevo. (Juan 3:5). El Señor de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas. (Santiago 1:18).
Igualmente el apóstol Pedro señala: Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. (1 Pedro 1:23).
El segundo elemento es el Espíritu Santo quien nos lleva a toda verdad, es quien nos limpia, nos depura, nos quita toda imperfección y nos regenera.
La carta del apóstol Pablo a Tito declara: nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por el Señor Yahshua nuestro Salvador. (Tito 3:5).
El Señor vino a reparar lo espiritual del hombre que fue dañado en la caída, y reanudar su continuidad para que funcione correctamente en su naturaleza divina por medio del Espíritu Santo.
Es necesario que el hombre crea y obedezca la palabra del Señor Yahshua para nacer de nuevo con la ayuda del Espíritu de Dios, quien opera en el hombre este cambio.
Es necesario nacer nuevamente del Espíritu, sin esta transformación profunda, es imposible entrar en el Reino de Dios. Ni aun el mejor de los hombres en este mundo, está a la altura de los elevados niveles de santidad que requiere entrar en el Reino de Dios. Sólo por medio de una nueva vida
Recordemos que el Señor dijo: Lo que es nacido de la carne, carne es. (Juan 3:6a). El término carne, hace referencia a la naturaleza humana pecadora; y esta naturaleza sólo puede producir algo semejante a ella. Es que desde la caída de Adán, todos, sin excepción alguna, hemos heredado esta naturaleza caída.
La escritura señala: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. (Romanos 5:12).
Con esto, el Señor estaba explicando a Nicodemo, que aunque pudiera volver a entrar en el vientre de su madre, y nacer, esto no solucionaría nada, porque seguiría heredando la misma naturaleza pecaminosa.
Una vez más el Señor dijo a Nicodemo: y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. (Juan 3:6b). Esto lo dijo por cuanto era necesario nacer de nuevo. Sólo por medio de la regeneración del Espíritu, el hombre caído puede recibir la vida de Dios, y elevarse por encima de las limitaciones de su naturaleza adámica.
Este nacimiento sólo puede ser producido por el Espíritu Santo. No es por lo que el ser humano pueda aportar. El Señor ha sido bien claro. Él vino para hacer todas las cosas nuevas. (2 Corintios 5:17; Isaías 43:19).
Su obra consiste en realizar una transformación radical en la mente del hombre. Su palabra dice: si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en el Señor Yahshua.
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. (Efesios 4:21-24).
Amado lector: No basta un cambio de estado o una reforma de vida para nacer de nuevo, sino que se necesitas un cambio de espíritu. Esto es una obra de la regeneración espiritual llevada a cabo por el Espíritu Santo en el alma del hombre.
Sin este nuevo nacimiento, el hombre natural, está totalmente desorientado, incapaz de ver las cosas del Espíritu porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente (1 corintios 2:14).
Por eso es preciso empezar por los cimientos y adquirir una nueva naturaleza, y por ello nuevos criterios, nuevos afectos, nuevos intereses y nuevos objetivos.
Nuestro espíritu y nuestra alma, (hombre interior) han de ser formados y vivificados de nuevo como una nueva creación. (2 corintios 5:17).
Como ya hemos dicho, el autor de este cambio radical, es el Espíritu Santo, este cambio no es producto de la sabiduría ni del poder humano, sino del poder y de la gracia del Espíritu de Dios, y los que son así regenerados, son hechos espirituales, injertados en Cristo (Romanos 11:17).
Algunas personas piensan que el hombre no es tan malo, ni su estado es tan grave, y por lo tanto, creen que por medio de ciertas reformas religiosas en sus vidas, un poco más de disciplina y buena educación, el hombre puede conseguir estar a la altura de las demandas del Reino de Dios. Pero se engañan.
Y Nicodemo, a pesar de su religiosidad y moralidad, también tenía que comprender la total incapacidad de la naturaleza humana para remediar su propia condición caída. No esperemos más, ahora que todavía hay tiempo, aún tenemos la oportunidad de nacer de nuevo; de agua y del Espíritu para entrar al Reino de Dios.
El apóstol Pedro dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre del Señor Yahshua para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. (Hechos 2:38).
Amado, si hoy esta palabra ha tocado tu corazón, y quieres experimentar un nuevo nacimiento, te invito que comiences reconociendo al Señor Yahshua como tu Señor y Salvador, y que la palabra de su evangelio anide cada vez más en ti, para que en su bautizo el Señor haga la obra.
Ora así: Padre nuestro que moras en santidad, contrito y humillado vengo a ti reconociendo que soy un pecador, por lo que me arrepiento y te pido perdón. Por la palabra de agua viva que fluye de tu Hijo Yahshua, Señor y Salvador de mi vida, crea en mí un corazón limpio; y por el bautizo del Espiritu Santo, renueva un espíritu recto dentro de mí, para que pueda ver y entrar en tu Reino.