Veracruz | 2024-04-17
La democracia realmente existente en nuestro país se caracteriza por la renovación periódica de los poderes Legislativo y Ejecutivo, mediante elecciones, libres, auténticas y periódicas conforme a nuestra Constitución; con la participación de los partidos políticos como entidades de interés público que tienen como finalidad principal promover la participación del pueblo en la vida democrática para integrar los órganos de representación política de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan.
De ahí la importancia del debate político cotidiano, el contraste de las propuestas, el cuestionamiento al gobierno y a los actores políticos fortalecen nuestra democracia, la deliberación pública y sin duda la cultura democrática.
Es en el debate público y abierto donde los políticos demuestran su temple, su capacidad de manejar sus emociones, su oratoria, su formación y sus ideas. Es el político y sus circunstancias, no hay tarjetas, apuntador o telepromter que valga ante el cuestionamiento duro y directo.
Sin embargo, hoy que no se accede al poder mediante la fuerza, ni por dinastía, las elecciones se han convertido en una especie de mercado en el que los electores nos transformamos en una especie consumidores a los que hay que conquistar con slogans o spots con mensajes emocionales, que nada tiene que ver con la real politik o las razones de Estado.
Ahora el marketing político pretende vender personalidades en lugar de programas políticos. Ya no es el encendido orador de la plaza que emociona a las multitudes. Ahora se ha cedido el espacio al Homo Videns, esa sociedad teledirigida que en los años noventa vaticinó Giovanni Sartori en donde "la vídeo-política atribuye un peso absolutamente desproporcionado, y a menudo aplastante, a quien no representa una «fuente autorizada», a quien no tiene ningún título de opinion maker. Esto representa un pésimo servicio a la democracia como gobierno de opinión".
En el caso de nuestro país durante años el debate político se expresa casi de manera unilateral por un puñado de comentaristas o comunicadores televisivos. Ellos son los portavoces de la agenda política, que opinan de todo sin saber de nada, todos los días esta comentocracia pseudointelectual puede hablar sin límites y sin cortapisas de economía, política, derecho, deportes, pandemias, el clima, del mercado de valores, de geopolítica. Se trata de un pequeño grupo de individuos que ha secuestrado el debate público y el de las ideas por sus propios argumentos en la mayoría de las veces sin fundamento.
Es como señaló en su momento Gustavo Bueno en su texto Los intelectuales: los nuevos impostores: "Un grupo pequeñísimo que se constituye como tal arrogándose la posesión especial de la inteligencia y hablando en nombre de ella para dirigirse al pueblo, aunque sea para ilustrarlo, es un grupo de impostores, de mediadores, tanto más inadmisible cuanto que dentro de ese pueblo viven individuos cuya inteligencia está a veces mucho más ejercitada –como inteligencia científica o tecnológica o práctica- que el intelecto de alguno de los individuos de esta ilustre clase, muchos de los cuales, a juzgar por sus argumentaciones, acaso no rebasarían los 60 puntos del viejo test de Terman".
El reciente debate presidencial entre las candidatas y el candidato a la Presidencia de la República, dio muestras de las limitaciones y el daño que la política del spot y la comentocracia televisiva le han ocasionado al debate público. Con un formato rígido, limitado y cerrado, los ciudadanos poco o nada pudimos ver de sus proyectos, programas y propuestas. Contrario a lo planteado por el Consejo General del INE, el formato con bolsa de tiempo y preguntas ciudadanas, no fue ágil, innovador ni cercano a la ciudadanía.
Quedan dos debates para las candidatas y el candidato a la Presidencia de la República, uno para el 28 de abril con un formato similar al anterior con bolsa de tiempo y preguntas directas ciudadanas; el otro, para el 19 de mayo con un formato cara a cara y con bolsa de tiempo, con la modalidad de preguntas cruzadas entre las y el aspirante presidencial.
Esperemos que este último formato nos permita a los ciudadanos ver un debate de altura de quienes aspiran a gobernar el país, en un auténtico intercambio y contraste de ideas y proyectos, para que finalmente nos permitan tomar la mejor decisión.