Coatzacoalcos | 2024-02-27
Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque vuestra pascua, que es el Mesías, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad. (1 Corintios 5:7,8).
Cuando uno pone un poco de levadura en la masa del pan y pone la masa a reposar, el pan comienza a hincharse y crecer, y cuando el pan llega a cierta altura, es necesario poner rápidamente el pan en el horno para detener el proceso de fermentación de la levadura; si el pan no fuera colocado en el horno, el proceso de fermentación continuaría y el pan seguiría creciendo y toda la masa se echaría a perder.
Esto es exactamente lo que ocurre con el mal en la iglesia si uno no trata el mal que está dentro de ella, la situación estallaría en cualquier momento y destruiría la eficacia de la iglesia.
Así, un poco de levadura, dijo el apóstol Pablo, fermenta toda la masa. Es por eso que él le dijo a la iglesia de Corintios que debían limpiarse de la vieja levadura para ser así nueva masa sin levadura, por cuanto el Mesías, nuestra pascua, ya había sido sacrificada por nosotros. (1 Corintios 5:6,7).
En el Antiguo Testamento, después de la Fiesta de la Pascua, seguía inmediatamente la Fiesta de los Panes sin Levadura (Números 28:16,17), el tema principal de esta fiesta era eliminar la levadura que genera el pecado.
Pablo, en este pasaje, dijo que el Mesías, la verdadera Pascua, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad. (1 Corintios 5:7,8).
Como hijos de Dios, comer el pan sin levadura simboliza participar del pan que no tiene corrupción o impureza; en otras palabras, este Pan es nuestro Señor Yahshua. Él dijo: Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. (Juan 6:51).
Esto nos señala que debemos observar atentamente el sufrimiento del Mesías, porque en su sacrificio, el Señor nos despojó de la vieja levadura que son los pecados que cometíamos antes de arrepentirnos y seguirle a Él. Ya limpios de la vieja levadura, es menester dejar el pan leudado de pecados y comer solamente panes sin levadura y nutrirnos con la palabra del Señor, el alimento de todo hijo de Dios. El consejo del Padre dice: Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo. (Proverbios 4:20-22).
Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará. (Proverbios 4:5,6). Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor. (1 Pedro 2:2,3;). Porque Yahweh da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. (Proverbios 2:6). Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. (Juan 8:31-32).
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16-17).
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.
Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, este es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace. (Santiago 1:19-25).
Es menester permanecer limpios de la vieja levadura de malicia que es la intención oculta detrás de las buenas obras, así como también la levadura de maldad que es la doble vida de aquellos que se dicen ser santos y no lo son; ellos se deben de limpiar si quieren ser parte de la iglesia de Dios.
La Escritura dice: Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. (2 Corintios 4:2).
Si aquellas personas que dicen que han creído en la obra redentora del Mesías, no han sufrido un cambio en sus vidas, es porque no se han vuelto al Señor con sincero corazón, no están comiendo panes sin levadura, aún siguen comiendo pan leudado; están cometiendo pecado, malicia y maldad; por esta razón, el apóstol Pablo recomendó a la iglesia de Corintios que es mejor apartarse de ellas porque aún viven con la vieja levadura.
La escritura dice: Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. (1 Corintios 5:11). Es que la vieja levadura simboliza el pecado que quedó atrás en nuestras vidas y que ya no debe volver porque ahora tenemos una nueva vida en el Señor Yahshua. Continuará. Paz de Yahshua.
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