Coatzacoalcos | 2023-05-23
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Yahshua; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Yahshua, por quien hemos recibido ahora la reconciliación. (Romanos 5:1-11).
La justificación demuestra que algo ha quedado admitido y aceptado.
Dios en su grande amor hacia nosotros nos ha justificado, y la razón por la que Dios nos justificó fue para relacionarnos con Él. Dios decidió justificarnos porque ante sus ojos no éramos admisibles para Él por el pecado que había en nosotros. El apóstol Pablo declara.
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. (Romanos 5:12).
Fue el pecado quien nos separó de Dios. El profeta Isaías revela: pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro de vosotros, para no oír. (Isaías 59:2).
Fue por causa del pecado, que Dios proveyó un cordero (su Hijo Yahshua) para librarnos de nuestra vida pecaminosa.
El apóstol Pedro señala: sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. (1 Pedro 1:18,19).
Dios mandó a su Hijo a morir en la cruz para perdonar todos nuestros pecados porque así lo demandaba la ley. Su palabra dice: Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. (Hebreos 9:22; Levítico 17:11).
Entonces por el Hijo de Dios, el Señor Yahshua quien murió en la cruz derramando su sangre por nuestros pecados, somos justificados; sin embargo, hay una condición que nos lleva a ser nuestra la justificación.
Esta es la fe; la fe puesta en el sacrificio del Mesías en la cruz, que hace que no suframos la ira de Dios por causa de nuestros pecados; porque la fe en la justificación por medio del Señor Yahshua en la cruz causa en nosotros paz. (Isaías 53:5; Colosenses 1:20).
Dios declaró: yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos. (Oseas 14:4).
Es la fe en la justificación por medio del Hijo de Dios Yahshua que hace que nuestros pecados sean quitados de nosotros. La palabra de Dios dice: Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. (Miqueas 7:19)
Entonces, ya justificados, ya aceptados y admitidos por Dios, por la fe en el Señor Yahshua, pasamos de la pecaminosidad, a formar parte de la gracia de Dios (favor inmerecido) quien nos da la seguridad de la manifestación de su presencia, y en ella estamos firmes y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza, porque por medio de Él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. (Efesios 2:18; Hebreos 3:6).
Pero también nos gloriamos en las tribulaciones, por lo cual, por amor al Señor nos gozamos en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias ya que las tribulaciones crean en nosotros crecimiento y madurez espiritual, frutos de paciencia en medio de la prueba para conocer la medida de crecimiento que tenemos; poniendo la confianza en las promesas de Dios.
Y nuestra esperanza nos enaltece porque el amor de Dios está en nosotros por el Espíritu Santo que nos fue dado cuando el Señor Yahshua resucitó después de haber sido entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación. (Hechos 2: 33; Romanos 4:25).
Amado lector: la justificación en la sangre del Señor nos ha hecho salvos de la ira, y por medio de la fe en el Señor Yahshua hemos sido reconciliados con Dios, así que ya no somos enemigos, sino amigos por la muerte de su Hijo Yahshua, y salvos por su vida y nos regocijamos en Él por haber recibido la reconciliación.
Fue la muerte del Señor Yahshua quien restableció el estado original que tenía el hombre con Dios desde la creación cuando hablaba con Él cara a cara. (Génesis 2:16,17; 3:9).
No es que hoy lo veamos literalmente, pero si hablamos cara a cara con Dios a través de la oración. Así que ya no hay excusa para no acercarnos arrepentidos a Dios y tomar nuestra justificación.
Si hoy quieres hacer tuya la justificación que el Señor Yahshua dispuso para ti en la cruz, Te invito que hagas esta sencilla oración de fe. Ora así: Padre, reconozco que soy un pecador, pero hoy me arrepiento y te pido perdón.
Creo en el sacrificio de tu Hijo el Señor Yahshua en la cruz quien derramó su sangre por mí, cargando mis pecados para mi justificación. Hoy recibo al Señor Yahshua como mi único y suficiente salvador y justificador de mi vida. Amén.