Coatzacoalcos, Ver. | 2024-11-20
En mi pueblo, allá por la Huasteca, donde el calor y la verdad nunca faltan, hay un dicho que reza: "Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad." Y aunque Manuel Huerta no es un niño ni lo hemos visto con una chela en mano, esta semana soltó una verdad que retumbó como tambora en fandango.
El senador no se anduvo por las ramas. Con la franqueza de quien ya no tiene nada que perder, acusó que en el gobierno de Cuitláhuac García, los meros meros de las dependencias se clavaron el billete destinado a las obras públicas. Así, directo y sin anestesia: "Presupuesto hay, lo que sobran son rateros."
¿A poco no parece que don Manuel estaba soltando chismes en la esquina del parque? Pero no, mi gente, lo que dijo no es un chisme: es una radiografía de cómo en Veracruz las cosas se hacen al estilo "Juan Camaney": rápido, mal y con ganas de esconder la mano.
Don Manuel puso la lupa en las carreteras, esas que, según él, se han convertido en la versión moderna del camino al infierno, pero lleno de baches y socavones. Mencionó la zona de Laguna Verde como ejemplo del desastre. Dijo que pidió a gritos atender las vialidades y nadie le hizo caso. Y, claro, vino el socavón. Profeta incomprendido, le dicen ahora.
Y no le falta razón. Las carreteras de Veracruz parecen más un campo de guerra que vías de comunicación. Si les dieran mantenimiento, el costo sería mínimo, pero no, mejor dejan que se caigan a pedazos para luego gastar el doble. Total, el dinero no es de ellos, sino de nosotros, los contribuyentes.
Con nombre y apellido, Manuel Huerta señaló a la Procuraduría Estatal de Protección al Medio Ambiente (PMA) y a la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas (SIOP). Según él, ahí no sólo se perdió el dinero, sino también la vergüenza. ¿Cómo es que una obra recién inaugurada ya está deslavada? ¿Qué pasó con los muros de contención que terminan rehaciéndose? ¿Por qué las carreteras parecen hechas de arena mojada?
No hace falta ser auditor para saber que algo huele mal. Las malas prácticas están a la vista de todos. Y mientras tanto, los ciudadanos, esos que votaron con esperanza, seguimos en el hoyo, literalmente.
El senador también habló de los estragos en el turismo. ¿Quién va a querer turistear si salir de Xalapa a Veracruz es peor que cruzar el desierto? Según Huerta, el turismo en la región cayó un 20%. Y no sólo eso, el transporte de mercancías se ha vuelto un viacrucis. ¿Quién paga las pérdidas? Nosotros, los ciudadanos, otra vez.
Don Manuel tiene esperanzas en que la presencia de Claudia Sheinbaum en la presidencia de la República y la llegada de Rocío Nahle a Veracruz sea el sacudón que las obras necesitan.
La carretera federal 150D y la 180 son un desastre, pero con voluntad política —y con ojos encima— quizás se aceleren los trabajos. Claro, eso si los que están a cargo todavía hoy no deciden llevarse el cemento en la bolsa.
El algo tiene razón el senador, se necesita acción, transparencia y rendición de cuentas. Ya basta de hacernos guajes. Veracruz merece carreteras que conecten, no que nos hundan más en el atraso.
Porque aquí en el terruño, sabemos que el sol quema, pero no tanto como las mentiras y el robo descarado. Y si alguien quiere seguir viendo a los veracruzanos como tarugos, pues más les vale ponerse crema porque el horno no está para bollos.
Por lo pronto hay que rezarle a San Bacheo y seguir manejando con fe. ¿Qué otra nos queda?
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