| 2024-12-04
Y ahora sí, señoras y señores, llegó la voladora al Congreso de Veracruz. Se dejó venir desde Tatahuicapan don Esteban Bautista, machete en mano, y con más ganas que un norte en agosto.
El presidente de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) no se anda con rodeos, ni mucho menos con pausas. Aquí no hay "dame chance, jefe", ni "déjamelo pasar por esta vez". ¡Nada!
El lunes pasado acompañó a la Tía Chío al sur. Saludó desde su camioneta portando una guayabera blanca pero ya cuando bajó al evento traía su inconfundible camisa de cuadros.
Con la llegada de maestro y amigo de El Comandante Marcos empezaron los tijeretazos a la nómina y, como diríamos los jarochos, "pa´ fuera todos esos empleados de confianza que ya ni se acordaban dónde quedaba su escritorio".
El buen Esteban sacó la calculadora y, sin mucho preámbulo, decidió que al Congreso le sobraban 50 asesores y empleados de confianza.
Ya sabe usted, esos que cobran como si asesoraran al mismísimo presidente, pero que nadie sabe bien qué hacen. ¡Y no se detuvo! Porque, según dice él, "el Congreso sigue caminando". Y vaya que sigue. No se han caído las paredes, no han explotado las computadoras, ni ha dejado de salir agua de los grifos. ¿Qué tal? Resulta que no necesitamos tanto "asesor experto" para que funcione la cosa pública.
Pero ahí no queda la cosa. Don Esteban, con un ojo en la nómina y otro en los contratos, ya puso en la mira a esos que ganan más que un secretario de Estado y que, honestamente, no trabajan ni la mitad. "Vamos a descentralizar muchas cosas", dice con una sonrisa que es más amenaza que promesa.
Los que cobran sueldos desproporcionados, ajusten cinturones porque el machete sigue afilado.
Pero lo que realmente hizo que don Esteban levantara las cejas fue el negociazo de los líquidos de limpieza. ¡Treinta millones de pesos en seis años! ¿Pues qué, el Congreso estaba importando agua bendita para limpiar los baños? Y no es broma.
Desde noviembre pasado ya ubicó a tres empresas que llevaban años sirviéndose con cuchara grande. Pero no hay problema, porque don Esteban ya les avisó: "Hasta aquí llegaron, compadres. Se acabó la fiesta".
Claro, hay que ser justos: los contratos eran legales. Aquí no estamos hablando de delitos, pero sí de esos vicios que se arrastran desde tiempos inmemoriales. Y como buen veracruzano de tierra caliente, Esteban no se anda con miramientos.
Dice que no se va a prestar a ninguna tontería y que su prioridad es que el dinero del pueblo regrese al pueblo. ¡Eso, mi Esteban! Que se escuche hasta el Puerto.
Y ojo, que no todo es tijera. También habrá reubicaciones para aquellos que llevan años en puestos financieros y que, por arte de magia, se volvieron imprescindibles. A esos también ya los tiene bien ubicados. Y si alguien piensa que puede engañar a Bautista, mejor piénselo dos veces. Porque, como él mismo dijo: "Yo no me vengo a prestar a nada, no vengo a ver qué me voy a llevar".
Con la auditoría ya en marcha y la promesa de resultados en seis meses, parece que en el Congreso de Veracruz las cosas se van a poner interesantes. Y no es que uno sea desconfiado, pero en este estado sabemos bien que, cuando alguien llega con machete, más vale hacerse a un lado o correr rápido.
Pero, espere tantito, que don Esteban no está solo en esta cruzada. Rocío Nahle, también tiene su ojo puesto en todo esto.
"Es una persona que no se le engaña", asegura Bautista. Y vaya que se nota. Aquí no hay espacio para flojos ni para quienes no cumplen. El mensaje es claro: el que no rinda cuentas, mejor que vaya desempolvando el currículum.
Porque, como dicen en el puerto: "Con Rocío no se juega". Y eso ya lo saben los que están haciendo fila para entrar a la administración estatal.
Al final del día, lo que queda claro es que Esteban Bautista llegó con ganas de limpiar la casa. Y, aunque algunos digan que es populismo, que si quiere protagonismo o que esto es pura faramalla, lo cierto es que ya se ahorraron unos buenos millones. Ahora toca esperar y ver si en seis meses esta reingeniería financiera realmente deja al Congreso más ligero, más eficiente y, sobre todo, más honesto.
Y si no, pues ya sabe, aquí en Veracruz no perdonamos. Al que promete y no cumple, le hacemos su fiestecita con todo y velitas. Porque, como buen jarocho, Esteban sabe que "si la haces, la pagas". Y aquí, los ajustes de cuentas se hacen a ritmo de marimba, pero se hacen.
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