Coatzacoalcos | 2024-01-09
Continuamos con las vivencias y reflexiones relacionadas con mis experiencias en el extinto barrio Las Escolleras, en esta ciudad y puerto de Coatzacoalcos.
Nos encontramos de nueva cuenta en el inicio de otro año (2024), y mi memoria vuelve a resonar con algunas vivencias relacionadas con esa época, allá por los años 50s.
Época en la cual todavía vivíamos entre médanos de arena; asimismo la vida era más tranquila o, como decían nuestros abuelos, aun los perros se podían amarrar con longaniza y no se la comían.
Una de estas vivencias que más recuerdo era la llegada de los Reyes Magos a nuestros domicilios, el día cinco de enero por la noche; repartiendo juguetes a los niños y niñas.
Acontecimiento de gran relevancia, debido a que los niños esperábamos con ansia ese día. Concibiéndose así la inocencia y pureza infantil, fomentada a través de la espiritualidad comunicada por nuestros padres y abuelos.
Un ejemplo de tal ritual místico, sucedió cuando muy pequeño al despertar el día seis de enero e ir a ver que habían dejado los reyes para mí y hermanos.
Me sorprendió ver que los juguetes, fabricados en madera o trapo (violines, guitarra, carritos, muñeca...), estaban amarrados con unos mecatitos, tomados de unos costalillos, desde las vigas de madera del techo de nuestra vivienda.
Imagen que me impactó y puso a volar mi imaginación, debido a que los santos reyes, habían tenido la amabilidad y destreza para quitar los mecatitos de las costalillas y con ellos amarrar los juguetes en las vigas, ofreciendo con ello una vista agradable.
Hecho que de inmediato manifesté a mi mamá Concepción y abuelita Rosario. Contestándome mi abue que ellas solo escucharon ruidos en la madrugada, pero que solo vio cuando los reyes salían por la ventana.
Comentario que me complació, ¡aunque me hubiera gustado verlos! le contesté sorprendido, y ella solo sonrió... Posteriormente, mientras ellas desamarraban los juguetes.
SalÍ a ver si estaban las huellas del caballo, camello y elefante, sobre la arena afuera de la casa, pero al observar que no estaban las huellas, regresé y le pregunté a mi abue porqué no estaban las huellas, entonces ella se quedó pensando y solo me dijo, que como ellos eran santos no tocaban el peso.
Respuesta que solo aumento el vuelo de mi imaginación, durante varios días...
"La búsqueda de la verdad y la belleza, es una actividad científica que nos permite seguir siendo niños toda la vida", Albert Einstein.