Coatzacoalcos | 2023-11-03
"La piel se arruga, el pelo se vuelve blanco, los días se convierten en años. Pero lo importante no cambia; tu fuerza, tu convicción y compromiso no tienen edad". Madre Teresa de Calcuta.
Cuando los años pasan y llegamos a la madurez no debemos permitir que se nos mire con lástima. Es verdad que nuestro paso no es el mismo que nos acompañó en la juventud.
Sin embargo, no quiere decir que es el momento de quedarnos quietos esperando a que el tren de la vida llegue y emprendamos el viaje sin retorno.
No dejemos que se nos pierda el respeto, mismo que hemos ido ganando a través de los años, cuando en medio de las turbulencias de la vida no hemos permitido que éstas nos aniquilen.
Tenemos que reconocer que ha sido la mano de Dios que nos ha sostenido y nos ha dado las fuerzas necesarias para no dejarnos vencer.
¡Es maravilloso llegar a la madurez! Las metas que se trazaron se han podido realizar y eso nos llena de satisfacción, porque aun cuando no fue fácil lo logramos. Así que debemos sentirnos triunfadores.
A nuestros hijos los hemos visto crecer y tomar sus propios caminos, y lo más hermoso es que a muchos de nosotros ya nos han dado el título de "Abuelos", lo cual ha aumentado nuestra felicidad.
Una verdad que se hace obvia es que nuestro cabello se ha blanqueado y nuestro rostro se ha llenado de arrugas. Pero es a través de los años que se adquiere la experiencia y la sabiduría. Es la vida misma la que se encarga de darnos las mejores lecciones.
Nuestro corazón siempre debería ser jovial. Dice un proverbio de Salomón: "El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate".
Hay que mostrar siempre una actitud positiva aun cuando las cosas no nos estén saliendo del todo bien. Dios nos ha acompañado desde nuestra juventud y lo seguirá haciendo.
Recordemos lo que dicen las Sagradas Escrituras: "Dios no nos dio espíritu de temor, ni cobardía, sino de poder, amor y dominio propio". No podemos rendirnos ante ninguna circunstancia. Vivamos la vejez a plenitud y con dignidad. Hagamos camino al andar y dejemos huella.
¡Qué maravilla! Vivimos nuestra niñez, nuestra juventud y llegamos a la edad de oro.
No todos tienen esta dicha. Así que quienes ya hemos alcanzado esta etapa hermosa de la vida demos gracias a Dios y pidámosle que nos ayude a sobrellevar los años. Pero sobre todo, que nos de prudencia para mantenernos alejados de lo que no nos compete
. Eso nos permitirá ser amados y respetados por todos los que nos rodean.