| 2023-12-08
Recuerdo que, en mis primeras clases como alumno en la facultad de derecho, una de las preguntas que nos hacían los maestros era: ¿por qué quieren estudiar derecho?, de inmediato y casi sin vacilar la respuesta de muchos de nosotros era para que se haga justicia.
Con el tiempo nos vamos dando cuenta que nada más alejado de la realidad en la que nos encontrábamos. La justicia y el derecho son dos cosas totalmente distintas, intentar equipararlas es no entender la esencia misma del derecho.
Con el ejercicio de la profesión, nos hemos dado cuenta que la relación entre derecho y justicia no es tal y que ambos conceptos no se relacionan entre sí, no obstante, la confusión persiste hasta nuestros días y más aún en el gremio de los abogados. Basta con observar en los despachos de muchos colegas, tribunales y juzgados encontrarnos con la figura de la Diosa Temis con la espada, la venda en los ojos personificando la Ley y el orden, pero nunca al derecho.
La Diosa Temis tiene su origen en la mitología griega (metafísica) como hija de Urano Dios del Cielo y de Gea Diosa de la tierra, cuya figura está cargada de simbolismos como la venda en los ojos, la balanza, la espada o uno de sus pies aplastando a una serpiente representa eso que llaman un orden natural de las cosas, pero no el derecho.
El derecho en cambio tiene occidentalmente su origen en el imperio romano (materialista) como una construcción social encargada de establecer un orden en las actividades políticas y sociales durante siglos en dicho imperio y cuyas bases perduran hasta nuestros días en la legislación civil, penal o mercantil.
Si bien es cierto que muchas veces ambos conceptos se emplean como sinónimos, hay que establecer sus diferencias entre la justicia como norma moral y el derecho como norma jurídica. La idea de justicia es eminentemente metafísica y utópica que se vincula a un orden inexistente, en cambio el derecho es una construcción social que se establece en función de determinadas necesidades.
Se habrá escuchado decir: ¡Que se haga justicia, aunque perezca el mundo¡, sin embargo, para que la justicia se materialice y el mundo no perezca se requiere de un Estado que la garantice a través de un sistema jurídico vigente y de las instituciones del Estado a través de jueces, magistrados, fiscales, policías, abogados y un sinfín de funcionarios que la hacen posible a través del derecho que permite su cumplimiento.
Para Rudolf Von Ihering en su obra: La lucha por el derecho, todo derecho debió adquirirse a través de una lucha. "Todas esas grandes conquistas que en la historia del derecho pueden registrarse, la abolición de la esclavitud, de la servidumbre, la libre disposición de la propiedad territorial, la libertad de industria, la libertad de conciencia, no han sido alcanzadas sino después de una lucha de las más vivas que con frecuencia han durado varios siglos, y muchas veces han costado torrentes de sangre". De esa manera Ihering sostiene que el derecho no sólo es aplicable a los individuos sino a generaciones enteras, ya que si vivimos en paz y en tranquilidad es porque otros han debido luchar y trabajar por ello, por tanto, luchar es el eterno trabajo del derecho.
Finalmente habrá teóricos de la justicia que dejen de lado la esencia y sustancia del derecho con diversos planteamientos teóricos que van desde perspectivas anarquista, marxista, liberal, iusnaturalista, etcétera, sin embargo como señala Luis Carlos Martín Jiménez en su obra La esencia del derecho que, son precisamente esos autores cuando sufren un agravio que les afecte directamente cuando "entonces acuden con urgencia a los tribunales "reales" en busca de una solución "real", pues el derecho tiene un componente actualista que no puede esperar durmiendo el sueño de los justos.