Coatzacoalcos | 2023-06-12
La raíz de la amargura se conoce a través de lo que una persona expresa, pero también en sus actitudes y acciones. Es por eso que la persona amargada difícilmente va a tener buena convivencia con quienes le rodean, pues siempre buscará en ellas sus defectos y no sus cualidades.
El veneno de la amargura se manifiesta en la forma de hablar y actuar de quien lo posea, ya que siempre tratara de ofender y usará palabras hirientes de manera que estas causen un malestar.
La verdad es que quien está amargado no tiene paz y deseará que todo el mundo se sienta de la misma manera.
Por este motivo, al amargado le será difícil habitar en familia ya que siempre será un problema por su forma de ser y de portarse con quienes están a su lado.
Esta persona es conocida porque con sus gestos demuestra su acidez de carácter. Aun su cara, muchas veces denotará que es alguien difícil de tratar.
En cambio, cuando estamos con alguien que es feliz, es diferente. Siempre mostrará un corazón afable y es alguien con quien podemos tener empatía y siempre buscará que nos sintamos a gusto. Sus palabras son suaves y da placer dialogar con alguien que se sabe comportar correctamente.
Qué triste situación la de una persona amargada. Llegará el día en que hasta sus seres amados quieran apartarse de ella y así se condenará a una terrible soledad, donde nadie querrá verle para no lidiar con su amargura.
A Dios tampoco le agradan las personas con esta actitud. Por el contrario, Él nos pide que seamos amables, apacibles, amigables y compasivos. En otras palabras, que seamos como Él nos ha enseñado: amando y perdonando.
Nuestro mundo está lleno de amargura y serios problemas. Es momento de cambiar nuestras actitudes. ¿Vivimos amargados? Pues pensemos en lo que nos espera si lo somos.
Mejor busquemos el cambio y abramos nuestros corazones para que esa amargura se transforme en perdón sanador, lo cual traerá paz y armonía a nosotros y a los que nos rodean.