ADULTERIO ESPIRITUAL (Parte uno)

Un rayito de luz en las tinieblas; ADULTERIO ESPIRITUAL (Parte uno)

Coatzacoalcos | 2024-01-02

Uno de los mandamientos que Dios estableció en sus ordenanzas fue: no cometerás adulterio (Éxodo 20:14). Este mandamiento no solo iba enfocado en la violación de la fe conyugal, sino que, primeramente, en la violación de la fe espiritual. Yahweh es un Dios amoroso, y como todo buen Padre, también es celoso.

Así, como ningún padre terrenal  quiere compartir el amor de sus hijos con otro, de la misma manera es Dios, y advierte a sus hijos sobre la idolatría diciendo: no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Yahweh, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es. (Éxodo 34:14).

Pero  la humanidad ha hecho caso omiso a este importante mandamiento y se ha hecho idólatra como el pueblo de Israel (pueblo de Dios) que fue un pueblo apóstata a pesar de haber entrado en pacto Dios con ellos.

La palabra de Dios dice: Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus ataduras, y dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te echabas como ramera. (Jeremías 2:20).

Conforme a la palabra de Dios, el Adulterio Espiritual es la Violación de los Mandamientos y Ordenanzas de Yahweh por inclinarse a adorar y servir a los dioses del mundo.

La biblia revela: Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Yahweh, y sirvieron a los baales. Dejaron a Yahweh el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, a los cuales adoraron; y provocaron a ira a Yahweh. (Jueces 2:11,12).

A pesar de que Dios los liberó, los protegió, les proveyó, y entró en pacto con ellos, su pueblo le fue infiel. Observemos: La palabra de Dios dice: Vino a mí palabra de Yahweh, diciendo: Hijo de hombre, notifica a Jerusalén sus abominaciones, y di: Así ha dicho Yahweh el Señor sobre Jerusalén:

Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue amorreo, y tu madre hetea.

Y en cuanto a tu nacimiento, el día que naciste no fue cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas. No hubo ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida, en el día que naciste.

Y yo pasé junto a ti, y te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: ¡Vive! Sí, te dije, cuando estabas en tus sangres: ¡Vive! Te hice multiplicar como la hierba del campo; y creciste y te hiciste grande, y llegaste a ser muy hermosa; tus pechos se habían formado, y tu pelo había crecido; pero estabas desnuda y descubierta. Y pasé yo otra vez junto a ti, y te miré, y he aquí que tu tiempo era tiempo de amores; y extendí mi manto sobre ti, y cubrí tu desnudez; y te di juramento y entré en pacto contigo, dice Yahweh el Señor, y fuiste mía.

Te lavé con agua, y lavé tus sangres de encima de ti, y te ungí con aceite; y te vestí de bordado, te calcé de tejón, te ceñí de lino y te cubrí de seda. Te atavié con adornos, y puse brazaletes en tus brazos y collar a tu cuello. Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza. 

Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado; comiste flor de harina de trigo, miel y aceite; y fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar a reinar.

Y salió tu renombre entre las naciones a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti, dice Yahweh el Señor. Pero confiaste en tu hermosura, y te prostituiste a causa de tu renombre, y derramaste tus fornicaciones a cuantos pasaron; suya eras.

Y tomaste de tus vestidos, y te hiciste diversos lugares altos, y fornicaste sobre ellos; cosa semejante nunca había sucedido, ni sucederá más.

Tomaste asimismo tus hermosas alhajas de oro y de plata que yo te había dado, y te hiciste imágenes de hombre y fornicaste con ellas; y tomaste tus vestidos de diversos colores y las cubriste; y mi aceite y mi incienso pusiste delante de ellas.

Mi pan también, que yo te había dado, la flor de la harina, el aceite y la miel, con que yo te mantuve, pusiste delante de ellas para olor agradable; y fue así, dice Yahweh el Señor.

Además de esto, tomaste tus hijos y tus hijas que habías dado a luz para mí, y los sacrificaste a ellas para que fuesen consumidos. ¿Eran poca cosa tus fornicaciones,  para que degollases también a mis hijos y los ofrecieras a aquellas imágenes como ofrenda que el fuego consumía?

Y con todas tus abominaciones y tus fornicaciones no te has acordado de los días de tu juventud, cuando estabas desnuda y descubierta, cuando estabas envuelta en tu sangre. Y sucedió que después de toda tu maldad (¡ay, ay de ti! dice Yahweh el Señor), te edificaste lugares altos, y te hiciste altar en todas las plazas.

En toda cabeza de camino edificaste lugar alto, e hiciste abominable tu hermosura, y te ofreciste a cuantos pasaban, y multiplicaste tus fornicaciones. Y fornicaste con los hijos de Egipto, tus vecinos, gruesos de carnes; y aumentaste tus fornicaciones para enojarme.

  Por tanto, he aquí que yo extendí contra ti mi mano, y disminuí tu provisión ordinaria, y te entregué a la voluntad de las hijas de los filisteos, que te aborrecen, las cuales se avergüenzan de tu camino deshonesto.

Fornicaste también con los asirios, por no haberte saciado; y fornicaste con ellos y tampoco te saciaste. Multiplicaste asimismo tu fornicación en la tierra de Canaán y de los caldeos, y tampoco con esto te saciaste. ¡Cuán inconstante es tu corazón, dice Yahweh el Señor, habiendo hecho todas estas cosas, obras de una ramera desvergonzada, edificando tus lugares altos en toda cabeza de camino, y haciendo tus altares en todas las plazas! 

Continuará.

Paz de Yahshua.   

                                           

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