"Gracias por salvarme y después salvar la vida de mi hijo", "Mi doctor de años, gran parte de mi infancia la recuerdo en consulta con él, llegando con asma, ojeras de no poder dormir, sin poder respirar, quien me veía casi cada jueves en consulta con asma espantosa y siempre buscando como hacerme sentir mejor.
Gracias a él mejoré muchísimo y pude tener una infancia más tranquila", son las palabras en gratitud de dos de miles de porteños que se unen en oración a la lamentable perdida del respetable y siempre querido, el Doctor Emilio Kuri Nacif, hoy apodado en redes sociales como 'El pediatra de Coatzacoalcos'.
Nacido el 5 de julio de 1953, originario de Matías, Romero, Oaxaca, fruto del matrimonio formado por Emilio Kuri Gurieb y Reneé Nacif Álvarez, siendo el tercer hermano de los cuatro en total: Julián, Alfredo, Emilio y Marycarmen Kuri Nacif en donde vivió hasta los 8 años en la antes mencionada ciudad.
Posteriormente incorporarse a estudiar la primaria, secundaria y preparatoria en la Ciudad de México en el "Instituto La Salle", prosiguió su nivel académico en la UNAM en donde se formó como médico-cirujano y posteriormente hizo su especialidad en pediatría en el Hospital 'General Dr. Manuel Gea González'.
El tiempo transcurrió, su recién -para ese entonces- amor por a su profesión comenzaba, el aprendizaje, sus ganas por impartir todo aquello que sabía y la vida lo llevaron hasta 1982 cuando su historia por nuestro territorio porteño comenzó a escribirse para el siempre respetable Dr. Emilio, quién hasta su último aliento vivió en su querido Coatzacoalcos.
Bien dicen que la vida da vueltas y uno nunca sabe a dónde podremos llegar a parar y ese fue exactamente el bendecido destino del señor Kuri, a quien la tinta del amor lo sorprendió y tuvo la dicha de formar una hermosa familia con la distinguida dama, Jacqueline Ayache Salvador con quién mantuvo un infinito amor por 44 años, quedando como resultado el fruto de sus tres hijos y motores en su vida; Mauricio, Omar y Michel Kuri Ayache y sus adorados nietos; Victoria, Angelique, Mauricio, José Emilio y Loretta.
El trabajo, la familia, sus pacientes, los niños y el amor al prójimo siempre guiaron la vida de Kuri Nacif, quién formó poco más de 40 años de trayectoria atendiendo aproximadamente a más de 40 mil pacientes a lo largo de su trayectoria, dato preciso debido a que el pediatra siempre mantuvo un estricto orden con el historial clínico de cada uno de sus pacientes en un ‘viejo’ pero muy efectivo programa que guardaba dicha información.
"La gente lo quería mucho, el Dr. siempre llegaba a casa con incluso guajolotes, queso, totopos o carne, la gente a veces no tenía con que pagarle y eso se lo daba a cambio de haberle salvado la vida a un niño o niña, pero para él lo más gratificante al final del día era haber ayudado a una familia que necesitaba o a un niño que lo requería", comentó con cariño su esposa Jacqueline de Kuri.
Su muerte sin lugar a dudas hizo reflexionar a muchos ciudadanos de Coatzacoalcos y la región -debido a que su alcance como doctor era muy grande y era reconocido en distintos lugares de la República Mexicana- siempre caracterizado con una sonrisa y ayudar al otro por delante.
Tratando a los niños con amor, un hombre muy trabajador y sumamente bondadoso que al contrario de inyectarles medicina les hacía creer a base de juegos y razonamiento a los más pequeños lo importante que era su salud, no sin antes terminar con la merecida "paletita" que les obsequiaba a sus valientes pacientes.
"El Dr. me atendió mucho tiempo, incluso llegué a llevarle con mucho orgullo a mi hijo a consulta, siempre nos recibió con una sonrisa, su humor y el amor por su profesión nunca cambió, descanse en paz el Doctor Emilio", fue uno de los múltiples comentarios que se pueden observar las redes en donde se constata que la buena voluntad y su impecable labor dentro de un consultorio rompió generaciones.
Tan grande fue la pasión a su vocación que incluso luego de enfermarse por complicaciones de COVID y tomarse un descanso de dos años retomó sus labores.
Esta vez atendiendo desde casa, una que sin lugar a dudas fue testigo de muchos trayectos en su vida, paredes que si ellas hablaran contaran el compromiso que desde siempre tuvo con los suyos.
Uuno que sin importar hora, día, fecha e incluso vacaciones reafirmaban que la salud de un chiquillo era más importante que cualquier otra cosa y prueba de ello fue que incluso cuatro días antes de fallecer dio consultas por última vez.
Un padre amoroso y ejemplar, amante del tennis y salir a correr por las mañanas, de exlentes principios, dedicado siempre a lo que más le apasionaba; la pediatría y que sin lugar a dudas fue un parteaguas en la historia que hoy forma a Coatzacoalcos, quedando su nombre para la posteridad y que es constatado por no solo sus familiares, sino por sus amigos, colegas, vecinos e incluso firmemente por sus pacientes que hoy rondan entre 30 y 40 años de edad quienes incluso, algunos, alcanzaron a transmitirle a sus hijos la enseñanza de un maestro como lo fue don Emilio Kuri Nacif.
El lugar de trabajo siempre debe de estar limpio y adecuado, sobre todo cuando de salud hablamos, pero más allá de un lugar a dónde las personas acudían para aliviar sus dolores, el Dr. Emilio siempre quiso que su consultorio fuera una segunda casa para pequeños y grandes.
Un lugar recreativo al que acudían si para una consulta pero también para platicar y conversar a veces de la vida, otras tantas sobre consejos para papás primerizos, unos cuantos más sobre los recién nacidos, otros incluso jóvenes que seguían teniéndole la confianza a su doctor de cabecera de hace mucho años y que firmemente lo seguían visitando, entre tantos temas de los que se hizo presente.
Pero siempre haciendo sentir a todos como en su hogar.
Su primer consultorio estuvo ubicado en la calle de Morelos, mientras al mismo tiempo atendía en el ISSSTE en donde laboró por tres años fungiendo como Jefe de Pediatría, dedicándose final y únicamente solo a la consulta privada.
"Recuerdo que mis hijos les tenían un terror inmenso a las inyecciones, pero con don Emilio nunca los vi llorar, incluso cada vez se hacían más valientes", escribió una mamá de uno de los pacientes en redes sociales al enterarse sobre la partida del doctor de este espacio terrenal el antepasado fin de semana.
Siguiendo con la descripción de dónde pasó gran parte de su vida; su lugar de trabajo, ubicado desde 1988 en Zamora #307 Col: Centro, a la fecha, es importante resaltar que entrar allí era un maravilla absoluta.
Comenzando por múltiples juegos recreativos que mandó a hacer especialmente, trampolines, contaba con todas las colecciones de las princesas de Disney.
Como bien dicen coloquialmente 'sin querer queriendo' se hizo fan de los juguetes, compañero de aventuras de los chiquillos y protagonista de muchos cuentos con final feliz, siempre aplicando la de "me inyecto yo, te inyecto a ti, mira a mí no me duele y a ti tampoco" ante cualquier procedimiento al que los niños temían y por supuesto el típico premio de un 'gansito' para rematar con broche de oro, haciendo que aquella visita fuera un juego más para ellos.
La angustia de los padres era suya, minimizar una enfermedad o situación no estaba en su reglamento, las llamadas telefónicas fuera de horarios laborales estaban permitidas si de sus pacientes se trataba, no importaba condición social o económico, siempre un rotundo SÍ se encontró en la boca del caballero Emilio cuando de ayudar se trataba.
Ver por los demás fue su lema principal y ejemplo de ello fue realizar convenciones con distintos laboratorios para así tener en stock muestras e incluso leches para darle a todo aquel que no tenía ni para una consulta.
"Hubo domingos en años pasados en donde se paraba muy temprano para ir a Matías Romero e impartir consultas gratis a quienes más lo necesitaran, eran filas de 50 o 60 personas a las cuales él atendía sin recibir nada a cambio", comentó con orgullo su hijo Omar Kuri Ayache, quién fue rotundo testigo del amor que su padre impartía.
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