En Agua Dulce, más de 100 personas con problemas auditivos viven una realidad de exclusión, agravada por la falta de recursos y programas de apoyo adecuados. Mario Humberto Cabrera Rodríguez, presidente de la Asociación Fe, Esperanza y Caridad, destacó que las familias más humildes enfrentan mayores dificultades para adquirir aparatos auditivos, indispensables para su calidad de vida.
Cabrera Rodríguez mencionó la necesidad de implementar talleres de lenguaje de señas. Estas herramientas beneficiarían tanto a las personas con discapacidad auditiva como a sus familiares, fomentando una comunicación más inclusiva.
Actualmente, muchas personas con esta condición terminan creando sistemas de señas caseros que solo entienden sus círculos cercanos, lo que limita aún más su interacción social.
Además, la falta de señalamientos en espacios públicos y privados dificulta su integración en actividades cotidianas. El activista sugirió que los negocios y edificios gubernamentales adopten medidas inclusivas, como letreros visuales claros e información accesible.
Esto no solo ayudaría a las personas con problemas auditivos, sino que también contribuiría a generar conciencia en la población. La inclusión no debe ser solo una palabra de moda, sino un compromiso real que se refleje en acciones concretas. Las autoridades y la sociedad tienen el desafío de garantizar que nadie quede fuera.
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