Tumbas sin tapa, cráneos expuestos, y hasta algunas prendas, forma parte del olvido al transcurrir los años, de dolientes que dejaron en el pasado a sus seres queridos.
Todo lo anterior se logra documentar de manera cotidiana en diferentes áreas del panteón Miguel Hidalgo, cementerio que entró en funciones a finales de los 80, y el que hasta 2017, contaba con una capacidad promedio a las 20 mil tumbas, dándose una ampliación en la zona más baja del camposanto.
Sin embargo, al transcurrir el tiempo llegó el olvido de algunos deudos que dieron la vuelta a la hoja, y dejaron de visitar los sepulcros de sus seres querido.
Con las lluvias, el desbordamiento de un arroyo que atraviesa el lugar, sumado a la presencia de delincuentes, muchos de los “nichos” sufren el estrago por lo que, algunos, ya no cuentan con tapa, menos floreros.
Aunque para algunos, caminar entre las tumbas en esas condiciones podría ser un factor “terrorífico”, para otros, se ha convertido en algo normal.
Para sepultureros del lugar, quienes pidieron el anonimato, un 25% de las tumbas se encuentran en el olvido mientras que el resto es visitado de manera periódica por los dolientes.
Lo cierto del caso, es que las tumbas destrozadas se convierten en un “atractivo visual” para curiosos que merodean por el inmueble de la colonia Miguel Hidalgo.
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