En la transitada carretera Transístmica, justo frente a AutoZone, una pequeña panadería ha logrado conquistar los paladares de los hidrómilos: Panadería Lilas. Este modesto local ha ganado popularidad gracias a su innovadora propuesta de pan gigante, que no solo destaca por su tamaño, sino también por su sabor y calidad.
Desde las 10 de la mañana y hasta agotar existencias, decenas de personas acuden para llevarse a casa las famosas conchas, roles, moños, rebanadas, donas y la singular "gorra de oso", productos que ya se han convertido en los favoritos de la clientela.
El alma detrás de estas creaciones es el chef Víctor Iván Pérez Morales, quien antes de incursionar en la panadería trabajaba en restaurantes de comida. Su transición a la elaboración de panes fue un giro inesperado, pero no menos exitoso. "Me di cuenta de que aquí podía explotar un talento que no había explorado antes. La panadería es un arte, y me encanta que la gente disfrute lo que hacemos con tanto cuidado", comenta.
El propietario de Lilas, Cirilo de Jesús Solís Garfias, relata que la idea surgió durante un viaje a Xalapa, donde descubrieron un pan más grande de lo habitual. "Decidimos llevar esa idea a Agua Dulce, pero con nuestro toque personal. Nuestro pan gigante es más grande y con una calidad que destaca por los ingredientes de primera que utilizamos", asegura.
El pan gigante de Lilas se suma a las delicias que identifican al municipio hidrómilo en la región, como los tacos de cochinita pibil de Jojoy, las tortillas rellenas de camarón en los restaurantes de Tonalá y las empanadas gigantes de Las Tres Hermanas.
Estos íconos culinarios han colocado a Agua Dulce en el mapa gastronómico, y el pan de Lilas es, sin duda, su más reciente joya. Si aún no has probado el pan gigante de Lilas, este es el momento de descubrir por qué se ha convertido en la sensación de toda una ciudad y sus alrededores.
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