En el antiguo hospital regional civil General Miguel Alemán González, lo que hoy es la dirección y la casa de cultura y que fuera también durante varios años, escuela de enfermería; una mujer con su atuendo de enfermera se aparecía durante las noches para auxiliar a los doctores en el turno nocturno.
Al igual que cualquier trabajadora del sector salud, esa enfermera ayudaba a los médicos y atendía a pacientes y casi al amanecer, desaparecía. Trabajaba como ninguna y solo la venia venir desde el campo santos.
Durante el tiempo en que operaba el hospital, un doctor que vino de residente de la Ciudad de México, estuvo trabajando junto a una auxiliar, una mujer bella, morena que terminó enamorándose de su jefe, del médico que había venido de visita laboral.
El doctor de pronto fue llamado a la Ciudad de México. Dejaba a la enfermera sin despedirse de ella, no obstante saber el amor que ésta le tenia. El médico se casó en la capital del país y aquí, la enamorada dejó de acudir al nosocomio.
No se supo más de ella, solo que había desaparecido y posiblemente muerto de amor.
Posterior a ese suceso, en el viejo hospital construido durante el gobierno de Miguel Alemán Valdés, se aparecía la enfermera por las noches, procedente del panteón para ayudar a los médicos de guardia.
En más de una ocasión, sus compañeras la recibieron y aceptaron como parte de la ayuda que ahí se daba a las personas enfermas, lesionadas y moribundas.
Al cambiar el hospital de Acayucan hacia Oluta, el fantasma de la enfermera que murió de amor, dicen, solo recorre el mismo camino hacia el viejo hospital, esperando quizás, ver a su amado doctor, que pudiera regresar algún día.
Esta leyenda es parte de los cuentos que se relataron durante los recorridos nocturnos en el cementerio municipal, mismos que se realizaron del 26 al 30 de octubre como parte de las vísperas de las festividades del día de muertos.
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