El payaso nace, no se hace, dice Cristian Alexis Barragán Sánchez, quien desde hace 13 años caracteriza a “Cristy Pata Sucia”, personaje de comedia familiar al que describe como divertido, carismático y relajista; pero el que hasta hoy sufre de ansiedad por los estragos económicos que dejó la pandemia en el 2020.
Fue el 20 de julio de 2011 cuando inició lo que “Cristy” llama una aventura. Aventura que se remonta a maquillarse, ponerse la nariz de plástico, los trajes grandes y cada uno de los accesorios, junto con los característicos zapatos.
Convertirse en “Pata Sucia” es lo que representa la felicidad, al igual que llevar la alegría al público; los abrazos y la satisfacción de hacer reír a pequeños y grandes.
Las risas, aplausos y abrazos, forma parte del pago que nutre al artista local, el que comparte la otra cara de la moneda al hacer referencia a la discriminación de la que ha sido objeto en alguna ocasión dado a que, para algunas personas, ser payaso no es un trabajo, sino un juego.
Sin embargo, “Cristy” defiende con amor el oficio al citar que: “es algo que no cualquier persona lo puede hacer, se ha comprobado que hay personas que son divertidos con la familia, con los amigos, pero, hacer reír a un público, en una fiesta infantil, es muy difícil”.
Fue así como reiteró que: “el payaso nace, no se hace”, recordando las primeras ocasiones en las que la pintura facial lo transformaba en el personaje que hoy representa. El parque Independencia en Minatitlán fue el escenario público que lo acogió, explanada que formó parte del crecimiento del artista que, con sus manos, empezó a practicar la globoflexia (arte de hacer figuras con globos).
“Mi papá es el que me enseñó, él me acompañó los primeros días (al parque), yo hacía una figura de globo y él hacía otra, ya que cuando mi papá era más joven, había un señor que vendía periódicos y revistas. Un día en tiempos de lluvia al señor se le mojaron unos libros, y unos que estaban manchaditos se los regaló a mi papá, y venían unos libros para hacer figura de globos.
Un día mi papá para matar el tiempo hacía esas figuras. Tiempo después que yo me volví payaso él empezó a enseñar las figuras que se acordaba”.
Cristian Alexis aprovechó para agradecer a sus padres por todo el apoyo que le han brindado en estos años de carrera, diciendo sentir la felicidad que le genera el orgullo de quienes le dieron la vida.
SANGRE DE ARTISTAS EN LAS VENAS
En una de las tantas tardes que pasó “Cristy” en el parque Independencia, una persona se acercó a él para contarle la historia que le cambió la vida, pues, supo de aquella anécdota en la que se narra el amor de sus abuelos, pareja de la que él fue payasito y ella malabarista.
Fue un 12 de diciembre en la basílica de Guadalupe, donde la pareja se conoció para iniciar una vida llena de aventuras y amor.
“Unas amistades son los que los presentaron: mi abuelito se casa con ella y se van para Santa María, Puebla de donde era originaria, pero como no había tantos ingresos, llega un circo. Entonces en ese circo entra a trabajar mi abuelita y mi abuelito, el cual era originario de Chiapas.
Mi abuela era la trapecista, y mi abuelo el payasito, se va el circo, dejan de trabajar; mi abuelita se lesionó la pierna y ya no siguió trabajando como trapecista, y mi abuelito era el payaso de choque de los jaripeos, siguió por un tiempo, pero lo dejó, fue cuando llegaron a Minatitlán, Veracruz”.
Todo lo anterior cambió el sentir de “Cristy”, quien de manera constante se hacía la pregunta del qué pensaba su familia, si llegaba a causar vergüenza con los suyos, ideas que se desboronaron al saber que en el núcleo hubo más artistas.
LA PANDEMÍA QUE SE ROBÓ SUS SUEÑOS
La pandemia del Covid-19 no solo dejó a miles de víctimas, sino, también se llevó los sueños de millones de personas, siendo el caso de Cristian Alexis, el que se vio obligado a cerrar una tienda dedicada a la venta de artículos para fiestas, renta de botargas y más.
“Estos 13 años de payaso ha sido de una alegría increíble, pero, también hemos tenido momentos de tristeza, en esa pandemia se nos fueron muchos sueños, muchos esfuerzos; antes de entrar a la pandemia nosotros teníamos un negocio donde rentábamos botargas, brincolines, centro de mesa; teníamos piñatas, decoraciones. Todos los artículos para fiesta.
Debido a la pandemia tuvimos que cerrar el negocio después de cinco años de función, ya no nos quedaba para seguir, tuvimos que dejar el negocio, vendimos todo lo que ya habíamos construido para poder sobrevivir en ese tiempo que estábamos en cuarentena. Al perder eso que construiste con mucho esfuerzo te da mucha tristeza, yo recuerdo que los primeros días fueron puro llorar, hasta que llegamos a la depresión, de depresión se me complicó, tuve perdida de cabello, me llegó la alopecia, hasta ahorita me queda la ansiedad, recordar todo esto me pone un poquito mal, pero, tenemos que soltarlo para superarlo día con día”.
Para “Cristy” rendirse no es una opción, por lo que optimista dice que: “la función tiene que continuar, y nosotros volvemos a comenzar desde cero”. Agregó que, a pesar de todo no pierde la sonrisa, por lo que pidió al público regalarme un saludo si lo ven en la calle.
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