El estruendo de pistolas de grueso calibre (dos o tres detonaciones secas), o el tableteo de la descarga completa de armas largas (AK-47 o AR-15) de día o de noche, en zonas urbanas o rurales, ha pasado a formar parte de lo cotidiano que paraliza unos segundos a los habitantes de Zacatecas, donde hace apenas 15 años no pasaba nada.
Mientras las calles se tiñen de sangre y luto, las autoridades locales atribuyen con ligereza los hechos, como justificándolos, a la disputa por el estado entre los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, las dos grandes organizaciones delincuenciales del país que llegaron a barrer a los antiguos administradores locales de la violencia: los cárteles del Golfo, de Los Zetas-Talibanes y el del Noreste.
Zacatecas es ahora un territorio importante para el trasiego de fentanilo y sus precursores, procedente de los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas hacia la frontera norte del país, reveló recientemente Ismael Camberos Hernández, titular de la Secretaría de Seguridad Pública de la entidad.
La paradoja es que la ola de violencia ocurre cuando aquí hay más policías y militares que nunca.
Sólo en la ciudad de Zacatecas y el municipio conurbado de Guadalupe, así como en Fresnillo, Calera, Río Grande, Ojocaliente, Tlaltenango, Loreto, Jerez y Sombrerete, están desplegados cientos de policías municipales, alrededor de mil 300 agentes de la estatal preventiva y de la metropolitana, así como unos 700 ministeriales, más de 2 mil integrantes de la Guardia Nacional y cientos de militares adscritos a los batallones de infantería números 52, 53 y 97 del Ejército Mexicano, que realizan sus propios patrullajes.
Sin embargo, pareciera que policías y militares nunca se encuentran con los delincuentes. Se invisibilizan entre sí, aun cuando no se trata de grandes urbes. La capital de Zacatecas y su zona conurbada apenas suman 500 mil habitantes.
Ejecuciones y fosas
Entre el fin de semana pasado y este martes se cometieron al menos 25 ejecuciones en Zacatecas. Menos que en Guanajuato, que tiene tres veces más pobladores (casi 6 millones contra un millón 650 mil), según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
De acuerdo con el más reciente informe del Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública Federal, si se toman en cuenta las cifras absolutas de homicidios dolosos, desde inicio de año hasta el 31 de mayo pasado en Zacatecas se perpetraron más homicidios que en Tamaulipas y Sinaloa. Si se considera el número de ejecuciones por cada 100 mil habitantes, Zacatecas ocupa el sexto lugar en el país y Guanajuato el tercero.
Sólo en junio, en ambas entidades, hubo 116 asesinatos en Zacatecas y 349 en Guanajuato: es decir, en la primera se cometieron un tercio de las ejecuciones y tiene una cuarta parte de la población de la segunda.
Además, en Zacatecas también se ha vuelto cotidiano el hallazgo de fosas clandestinas, que aflige a centenares de personas que tienen algún familiar desaparecido, ya sea por un secuestro formal, en el cual los delincuentes piden dinero o propiedades para liberar al cautivo (Zacatecas ocupa el tercer lugar nacional en secuestros), o por un levantón, que ocurre cuando un comando armado priva a alguien de la libertad y se ignora su paradero.
Algunos casos son denunciados ante la Fiscalía General de Justicia del estado, pero la mayoría, reconocen las propias autoridades, no se reportan por desconfianza en la policía investigadora o por temor a que asesinen a los retenidos.
Sólo en junio pasado se reportó el hallazgo de cinco fosas clandestinas, con 47 cadáveres. De acuerdo con fuentes de la Secretaría de Seguridad Pública del estado, recientemente se localizó una fosa con 17 cadáveres en el municipio de Sombrerete. Seis de las víctimas eran integrantes de una misma familia: esposa y esposo, dos hijos, un hermano y un sobrino.
Otra inhumación clandestina se encontró en el municipio de Calera, con cuatro cadáveres; otra más en la comunidad de Toribio, con siete víctimas, así como tres en distintos puntos de Fresnillo, con dos, cuatro y seis cuerpos, respectivamente. Y en el municipio de Valparaíso se recuperaron nueve cuerpos de un entierro clandestino.
A la ola de secuestros se suman, además, múltiples casos de extorsión, delito en el cual Zacatecas ocupa el primer lugar nacional, según datos de la SSPF.
Además, desde hace medio año los grupos criminales incendian automóviles, negocios, ranchos y viviendas, ya sea de sus presuntos rivales o de empresarios y profesionistas que se negaron a pagar cuota. Los municipios con más casos son Fresnillo, Guadalupe y Zacatecas.
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