El Día de Muertos, es una de las tradiciones que está más profundamente celebrada en la cultura mexicana, esta festividad está llena de simbolismo y respeto hacia aquellos seres queridos que se nos adelantaron.
Entre finales de octubre e inicios de noviembre, las familias mexicanas preparan ofrendas en sus casas para esperar la visita de los seres que amaron en vida, ya sea familiares o amigos, sin embargo a los recién fallecidos no se les debe poner ofrenda.
Aunque muchos no lo saben, en la ofrenda no se debe colocar a los recién fallecidos, en especial a aquellos que perdieron la vida en el mes de octubre. Ya que se cree que las almas de los recién fallecidos aún se encuentran en un proceso de transición y requieren tiempo para encontrar su lugar en el más allá.
El alma de un recién fallecido emprende un largo y complejo viaje hacia el Mictlán, el reino de los muertos. Durante este tránsito, el espíritu se encuentra en un estado de transición, buscando su lugar en el más allá, esto de acuerdo con la ancestral creencia mesoamericana.
Por lo que colocar una ofrenda a un recién fallecido podría tener consecuencias inesperadas, ya que el difunto podría interpretar la ofrenda como una invitación a regresar al mundo terrenal, y además, al volver el espíritu podría perderse y quedar atrapado en el limbo, incapaz de encontrar su camino hacia el reino de los muertos.
En este sentido, habrá que esperar al menos un año, para colocar al fallecido en la ofrenda y que esta pueda ir con todos sus aditamentos necesarios para el difunto.
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