"Samuel tenía 11 años; le gustaba jugar, correr, reír. Lo que pido es que me ayuden a hacer justicia; creo que mi hijo murió por culpa de los padres de ese niño que mató a mi hijo. Es una falta de responsabilidad dejar una pistola en la mesa como si fueran cosas de comer.
"Lamentablemente, a mi hijo le arrebataron la vida”, expresó la señora Leticia Hortensia Reyes de Jesús, madre de Samuel.
Reconoció que aunque el hombre que dejó la pistola al alcance de un menor termine en la cárcel, ella ya no recuperará a su niño, no lo va a volver a ver correr ni estará sentado en su mesa.
Señaló que después de la agresión del menor de 10 años hacia su hijo, el padre del niño, Maximino F. S., huyó con su esposa Carmen N. H. y sus dos hijos, el agresor y otro de 12 años.
Pidió a la gente que si sabe a dónde están esas personas, avisen a las autoridades para que las detengan y que pague el padre, quien seguramente fomentó en su hijo que matar no era "nada del otro mundo".
Dijo desconocer por qué el otro niño le disparó a su hijo, si fue algo inconsciente, pero finalmente “Samuel ya no vive”.
Comentó que el pasado domingo su hijo se fue riendo, le dijo que iba a las maquinitas, a escasos 100 metros de su vivienda. Como a los diez minutos su hijo más grande, de 22 años, le gritó: "¡mamá, mamá, le pegaron a Samuel!".
Recordó que ella oyó el disparo, aunque pensó que era una “paloma” que habían echado, pero cuando llegó a la tienda vio a su niño en el piso, convulsionando.
Corrí, corrí a verlo, lo agarré, le busqué dónde estaba la bala, cómo le habían pegado con un arma, le pegaron en el oído, arriba de la oreja. Al momento que lo agarré a mi pobre hijo, mi hijo convulsionaba, se debatía entre la vida y la muerte”.
La señora Leticia comentó que con su hijo en brazos se fue en un vehículo particular a la cabecera, ahí la ayudaron, no recuerda quién, si Cruz Roja o Protección Civil, y los llevaron a Hospital Regional de Río Blanco, ahí le dio un primer paro cardiaco, pero lograron reanimarlo.
Una doctora habló con ella y le dijo que estaba muy grave y era posible que no viviera, a las dos horas salió y le dijo de nuevo que a su hijo le había dado otro paro cardiaco. Diez minutos después, el niño murió.
Rodeada por su familia, en la humilde casa en la que habitan, su madre lamentó no haber podido salvarlo.
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