Sobrevivientes de la llegada del Fuego Olímpico de 1968 a la ciudad de Veracruz, para viajar hasta la Ciudad de México, desfilaron por la avenida Independencia en el centro histórico de la ciudad y participaron en el Zócalo de la Ciudad en el acto conmemorativo de ese evento internacional.
A 54 años de haber tomado parte en ese acto cuando apenas eran unos jóvenes y hoy son abuelos, los veracruzanos caminaron entre el sonido de la orquesta de la Marina y los aplausos de los porteños.
Una vez en el Zócalo de Veracruz subieron al área de la fuente, donde un pebetero parecía esperar a que terminara el desfile sobre la avenida Independencia. Y hasta él llegaron los caminantes.
Entonces se encendió el fuego, mientras el investigador de temas históricos, Ricardo Cañas Montalvo, hacía una reseña sobre aquella fecha y la llegada de la Antorcha Olímpica procedente de Grecia, cuna de las Olimpiadas.
El fuego tenía que anclar en los muelles de Veracruz y de ahí descender la entorcha.
“El Buque Durango, de la Armada de México, no llegó a ningún puerto, ancló en la mitad de la bahía. Los 17 nadadores en ese 6 de octubre de 1968 estaban perfectamente entrenados; todos ellos, cada uno de ellos, para cualquier circunstancia que se llegara a presentar. Habían practicado con mucha anterioridad.
“En ese momento comenzó a bajar la barandilla del barco Tomás Ortega Bertrand, el comandante de ese buque. Lo esperaba ya el primer hombre en América”, narraba Cañas Montalvo.
Y las emociones afloraron mientras a muchos de aquellos jovencitos, hoy septuagenarios, los ojos se les pusieron vidriosos y discretamente se los secaron con el dedo pulgar de la mano empuñada.
Y fueron pasando al pebetero.
Los aplausos no se hicieron esperar en el Zócalo de Veracruz.
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