Que André-Pierre Gignac te anotara tres goles en una semifinal era una sentencia de muerte. No para el Atlas.
Tigres remontó un 4-0 global en 45 minutos, encendiendo una cancha que se apagó con el gol de Julián Quiñones antes del descanso, parecía imposible regresar y el estadio lo sabía, pero no todos tienen al francés.
Gignac comandó el regreso tigre con una falta bien fingida dentro del área que convirtió en gol; un remate de derecha en los linderos del área chica y otro penal cobrado al poste izquierdo.
Aún faltaban 17 minutos, el pase a la final lo sentían en las manos. Hasta que el Volcán hizo erupción al 81’ con un recentro que encontró Igor Lichnovsky para empujar el 4-4.
El campeón ahora estaba urgido a anotar sin su goleador Julio Furch, reemplazado desde el 65’ para controlar los embates ofensivos.
Al 90+3’ Aldo Rocha fue derribado en el área, aunque César Ramos no la apreció, el VAR le devolvió al Atlas lo robado con el dudoso primer penal marcado a Gignac.
Nahuel Guzmán se derrumbó en llanto, el experimentado portero argentino intentó de todo para desconcentrar al capitán rojinegro.
Poco importó, su disparo encontró la esquina y mandó al Atlas a jugar por el bicampeonato.
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