Súper Tazón

Creo que las cosas ya son así, y dudo que vayan a cambiar. Sí, cualquier pretexto es bueno, cualquier celebración, cualquier hito, cualquier situación, aunque se vea normal es una buena causa para que los terrícolas contemporáneos liberemos todas nuestras frustraciones, nuestras apetencias, nuestras vindicaciones, y arrasemos con todo lo que tenemos a nuestro alrededor.

Puede ser un triunfo político, de izquierdas o de derechas, o de centros; puede ser la reivindicación de los temas del medio ambiente, de la sustentabilidad, la fiera lucha contra el cambio climático; puede ser también por supuesto el tema de la pobreza, el tema en contra de la riqueza, puede ser una injusticia, puede ser el racismo, puede ser el inveterado y desquiciante denostar y violentar a la mujer, puede ser un triunfo deportivo, puede ser cualquier cosa.

La única verdad es que salimos a las calles, salimos a las redes sociales y, con todo, tiramos veneno, ajos, cebollas, todo lo que tenemos para romper, para desgraciar, para atomizar, para mancillar y sobre todo para retar esa situación de normalidad en la que todos los demás aparentemente viven y pueden, por un momento, por una noche, por una tarde, desgraciar totalmente el orden aparentemente prevaleciente.

El domingo por la noche lo pudimos ver: el SuperBowl, el evento deportivo más fastuoso y más organizado del planeta tierra con un rating gigantesco de aparentemente 110 millones de tele hogares viendo el partido, viviéndolo unos con conocimiento técnico del deporte, otros con un conocimiento amateur o generalizado, otros totalmente villamelones pero siendo parte del evento; en Estados Unidos consumiendo miles de millones de toneladas de guacamole mexicano, en el resto del mundo es el día feliz para comer alitas de pollo, hamburguesas, pollo frito, hotdogs, en fin.

En el estadio…, la gente en el estadio pagando cervezas de 20 dólares, souvenirs que se agotaban y dejaban las tiendas totalmente vacías, en fin, el febril apasionamiento por un deporte/espectáculo que ha robado los corazones de la gente cada año, ahora no era la excepción; ganaban Los Ángeles Rams de locales, tercer equipo en ser campeón en un deporte en esa Ciudad, estrenando estadio, el estadio más fascinante, grande y mejor diseñado de todos los tiempos, una locura, pero eso también daba pie a todos los festejos posteriores a estas fiestas comunes que se hacen como cuando son los Oscares, como cuando hay eventos de esta magnitud y entonces hay fiesta de los artistas, de los deportistas, de las celebridades en general y la excepción no fue tampoco la gente en la calle, afuera de las puertas en donde se llevaba a cabo la fiesta de Justin Beaver, una riña colectiva unos contra otros, algún artista tratando de prevenir la violencia entre un bando y el otro y el resultado son 4 personas heridas de arma de fuego.

Es lo mismo que estamos viendo en todos lados, insisto, celebración de cualquier cosa que rompe o con justicia, reivindicación de derechos y de causas, pero va y rompe con la autoridad, pintas en las calles, destrozo de monumentos históricos, rotura de ventanas, de coches, secuestro de camiones, violencia, violencia y más violencia.

Parece ser que las cosas no cambian, parece ser que siempre es igual, tenemos una oportunidad para sacar toda esa frustración, todo ese veneno que traemos dentro, paradójicamente en la era de la información, en la era en que las tecnologías nos deberían de permitir tener mejores relaciones humanas, mejor conectividad, mejor comunicación, pero paradójicamente es la época en donde estamos más lejos, más resentidos, más enojados, listos y dispuestos para romper, romper lo que sea.

Esto es el signo de los tiempos, ni duda cabe que lo seguiremos viviendo con la esperanza de que un día tú y yo y todos los demás, rectifiquemos el camino y entendamos que violentarnos por violentarnos no construye mejor las reivindicaciones, no construye mejor una sociedad igualitaria, equitativa, ni incluyente.

Twitter: @avillalva_

Facebook: Alfonso Villalva P.