Sin patear el pesebre

La risa ha sido de los asuntos menos tratados por la filosofía occidental. Durante los dos primeros milenios de la filosofía, los pocos filósofos que se ocuparon de ella lo hicieron para infravalorarla.  Frecuentemente ha sido vista como algo despreciable, sino francamente peligroso.  Dicho desprecio puede rastrearse desde Platón.

En el 《filebo》plantea, que si bien la risa es un placer _ que atañe a los locos ,  bufones, viles  y esclavos _ al mismo tiempo es fea   y obscena;  que solo merma El dominio de la psique sobre el cuerpo,  sino que resulta peligrosa y subversiva en la medida en qué atenta contra la rectitud de la república.   Otro tanto puede verse en la 

《república》,  donde el filósofo había condenado la risa violenta y la carcajada por tratarse de algo  inconveniente y perturbador. Para Aristóteles,  la risa es mueca  que deforma el rostro y afecta la voz, aunque es favorable si se produce en la justa medida, sin excesos.  Por su parte la iglesia, vuelta institución, que es la que conocemos, no la ha valorado de la  mejor manera. 

Dentro de la tradición cristiana existe un buen número de personajes agelastas ( Este vocabulario en su etimología proviene del griego "αγηλατος" (agelatos) que quiere decir triste y del latín "agĕlastus" que quiere decir el que nunca se ríe).  San Antonio, por ejemplo, fue "inmune" a la risa;  a San Martín (Martín de Tours),  llamado gloria de la galia y fundador del monasterio de mármoutier,  nunca se le vio reír. 

Entre los humanistas y médicos del siglo XVI  _señala gente Quentin Skinner (2002),  en su muy iluminador trabajo sobre la teoría clásica de la risa _ fue generalmente aceptado que  la risa estaba ligada a una forma particular del gozo,  que a su vez se relacionaba  con sentimientos de desden, desprecio, e incluso odio.  La idea central era que cuando reíamos, nos burlábamos de alguien, buscando escarnecer sus vicios o defectos, los que nos proporcionaría una gozosa sensación de superioridad. Por su parte Hobbes  en su  interesante variación a la reflexión sobre la risa. 

Piensa que  reímos no para burlarnos de alguien sino que   percibimos algo como absurdo ,  lo que posibilitaría la risa sin una ofensa personal. Esta risa seguiría siendo la expresión de desprecio o desden,  pero no dirigido contra alguien particular; sería  una risa colectiva que ridiculiza algún rasgo absurdo  del mundo y sus formas. 

Finalmente yo opino que lá risa es el único don divino, que nos diferencia a los hombres de los animales. La risa es la única forma de dar paz a nuestro espíritu y alegría a nuestros corazones.